«Bendito sea el Señor ahora y para siempre»
1 Tim 1, 15-17; Sal 122; Lc 6, 43-49.
No podemos correr antes de saber caminar. La vida nos lo demuestra una y otra vez, pues puede que avance más quién se preocupó por sentar bases sólidas a lo largo de sus días. En el Evangelio de hoy el Señor nos llama a ser previsores y actuar con responsabilidad. Es necesario que entendamos que son los tesoros del cielo los que debemos alcanzar y acrecentar. El Señor no nos dejará en ningún momento solos, pero debemos ocuparnos de seguirle fielmente.
San Juan Gabriel Perboyre siempre manifestó su deseo de ir a la misión en China, pero por cuestiones de salud no llegaba la oportunidad. ¡Y él lo añoraba tanto! Escuchemos lo que decía mientras mostraba las reliquias de otro mártir: “Vean los vestidos de un mártir, vean la cuerda con que fue estrangulado, qué dicha para nosotros si tuviéramos la misma suerte. Rueguen para que mi salud se fortifique y pueda ir a China a predicar a Cristo y morir por él”. Y el Señor le concedió ambas cosas. El Señor nos conceda a nosotros ser pacientes y bendecirlo siempre, como San Juan Gabriel Perboyre quien, en otro momento dijo: “Todavía no he aprendido a vivir, ¿cuándo, pues, aprenderé a morir?”
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: César Lara Rincón C.M
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