“Juan le decía: no te es lícito tenerla por mujer”

Lev 25, 1. 8-17; Sal 66; Mt 14, 1-12.

Este pasaje narra la muerte de Juan el Bautista, asesinado por causa del Evangelio, por dar testimonio de la Verdad con palabras, acciones y actitudes. Por amor a la verdad se atreve a decirle al rey que no está bien tener por mujer a la esposa de su hermano, y por esta razón, Herodes lo encarcela. Posteriormente, por una promesa que hace a su sobrina, quien aconsejada por su madre pide la cabeza de Juan el Bautista, el rey manda decapitar a Juan. Sin embargo, no por el hecho de que ya no haya quién le diga lo que está haciendo mal, su acción queda impune.

En nuestro día a día, cuando alguien nos hace ver que hay algo en nuestro proceder que no corresponde a un modo de vida cristiano, ¿cómo reaccionamos?, ¿cómo respondemos?, ¿hacemos caso omiso a sus comentarios y consejos?, ¿nos alejamos de esa persona para que no nos siga “molestando” y cerramos nuestra mente y corazón para seguir haciendo lo que mejor nos parezca? ¿O, por el contrario, nos esforzamos por hacer una revisión a nuestra forma de vivir para enmendar aquello que necesita ser corregido?

Pidamos al Señor nos ayude a no ser sordos a su voz, a esa voz que escuchamos en la Palabra y que también escuchamos a través de las personas que pone en nuestro camino y que nos guían e invitan a hacer el bien para el que hemos sido llamados.

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autora: María Raquel Estrada Díaz.