Suponga que forma parte del comité que debate elegir un día de la semana para honrar a san José. ¿Qué día elegiría? Bien, sabemos que el viernes, el sábado y el domingo están ocupados. ¿Y el lunes? Tiene cierto respaldo porque comienza la semana laboral y, por supuesto, san José era un trabajador. ¿Y el martes? No. El martes es como un aspirante a lunes. ¿Y el jueves? Parece el día que esperamos que llegue por fin el viernes. El miércoles, entonces. Sí, tiene posibilidad. Así pues, el lunes y el miércoles siguen en la lista. El lunes, sin embargo, capta demasiado la atención como inicio de la semana. El miércoles funciona. Vamos con el miércoles.
Muchos de nosotros probablemente ya sabemos que la Iglesia ha elegido el miércoles como día para llamar la atención sobre José.
«Hay varias formas aprobadas por esta Sede Apostólica con las que se puede venerar al Santo Patriarca, especialmente en todos los miércoles del año y en todo el mes consagrado a él» (Papa Benedicto XV, Bonum Sane, Devoción a San José, Patrón de la Iglesia Católica desde hace medio siglo, 1920)
Estoy seguro de que existen explicaciones bien escritas sobre esta elección, pero no las encuentro fácilmente. Popularmente, san José ha recibido veneración los miércoles porque descansa en el centro de la semana; es el eje de los días; es el día en el que gira la semana, y otras atribuciones similares. El énfasis, por supuesto, apunta al papel central que san José desempeñó en la Sagrada Familia. Aprecio estas conexiones.
Sin embargo, si tengo la oportunidad de explicarlo, diría que san José recibe el honor de los miércoles por su carácter ordinario. Se sitúa en el centro de la semana en el mismo sentido que la virtud se encuentra en el medio (virtus in media stat) de los extremos. José no necesita ser la estrella que comienza las cosas, y no necesita ser el que se fotografíe en la meta. Sirve como el trabajador fiel que sostiene y continúa. Recuerda cómo Jesús celebra a ese tipo de trabajador: «Dichoso el siervo al que el amo encuentre haciendo su trabajo cuando llegue» (Mt 24,46). (¿Estaba pensando en su padre?) El miércoles, José ha estado trabajando la mitad de la semana y seguirá haciéndolo el resto de la semana. Resaltar el miércoles como el momento de honrarlo tiene sentido para mí.
Vuelvo una y otra vez al carácter ordinario de José. Como la mayoría de nosotros, tiene algunos talentos y los utiliza bien. Se esfuerza por vivir una vida virtuosa y por ser un apoyo amoroso dentro de su familia. En cierto modo, José nos quita presión. Desempeña un papel maravilloso en la historia de la salvación, pero no necesita ser sobrenatural: sólo un buen marido y padre, un trabajador honesto y un fiel adorador. Puedo trabajar para alcanzar ese nivel, pero necesito dejar de lado el orgullo y el ego.
Durante este Año de San José, intentaré prestar un poco más de atención a los miércoles de mi semana laboral. Puedo tratar de estar agradecido por lo que he podido lograr y buscar fuerzas para lo que me espera. Puedo reconocer mis dones y aceptar mis limitaciones con respecto a la tarea que tengo entre manos. Puedo abrir los ojos a las contribuciones de los demás y alentar sus esfuerzos a medida que avanzamos. Empiezo a sentirme más como una persona de «miércoles».
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