“El Señor es mi pastor, nada me faltará”
Jer 23, 1-6; Sal 22; Ef 2, 13-18; Mc 6, 30-34.
A tus discípulos invitaste a descansar,
pues reposo necesitaban para reflexionar;
buscaban silencio para, en intimidad, poder orar;
un lugar apartado, solitario, era lo ideal;
y así, pronto se dispusieron a embarcar.
Al llegar, descubrieron que solos no iban a estar,
la muchedumbre les había ganado a llegar,
pues deseosa estaba de a Ti poderte escuchar;
hambre tenían de tu Palabra y de tu pan.
Como ovejas sin pastor andaban en su caminar;
al mirarlos, tus planes decidiste cambiar;
de ellos te compadeciste y te dispusiste a enseñar,
con tus palabras nutriste su vida espiritual.
En la cotidianidad estamos invitados a buscar un espacio para estar en silencio, para adentrarnos y poder orar (dialogar) con el Padre.
Pidamos al Señor nos ayude a hacer un alto en nuestro camino; escuchar la Palabra con la mente y el corazón dispuestos para revisar nuestro proyecto de vida en función de los criterios del Evangelio, sabiéndonos guiados y acompañados por el pastor que es Jesús. Pastor que da la vida por sus ovejas.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autora: María Raquel Estrada Díaz.
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