¿Cuál es la historia y la misión de su Congregación?
Nuestra casa madre fue construida en 1811 por el deán de Zams, Nikolaus Tolentin-Schuler. Buscaba mujeres para atender a los enfermos del pueblo y sobre todo para enseñar a las niñas. En 1822, envió a la directora de la casa, Katharina Lins, a las Hermanas de la Caridad de Estrasburgo para su formación. Regresó como Sor Josefa Nikolina en 1823. En 1826 el deán obtuvo finalmente la aprobación oficial eclesiástica y estatal de su Instituto de Hermanas de la Caridad. Así, nuestra comunidad tiene dos misiones especiales: por un lado, el cuidado de los enfermos y ancianos, y por otro, la educación.
Vayamos a los orígenes: ¿qué relación tiene su Congregación con san Vicente de Paúl? ¿Cuál es su espiritualidad?
Katharina Lins trajo consigo de Estrasburgo la espiritualidad vicenciana. Desde entonces, Vicente y Luisa son venerados entre nosotros y la comunidad se esfuerza por trabajar en su espíritu.
¿Cuáles son las actividades misioneras a las que se dedican?
Hemos sido enviadas a los enfermos, a los ancianos, a los discapacitados y a los que carecen de educación y de conocimientos (religiosos). Por eso dirigimos escuelas, internados, hospitales, residencias de ancianos, instituciones para discapacitados y guarderías. Y por eso también nos centramos en la catequesis y la formación intensiva en los valores vicencianos.
La caridad en nuestros días se ha visto alterada por la llegada del COVID-19: ¿cómo habéis respondido como congregación religiosa a la pandemia?
En nuestro hospital se ha atendido a muchos pacientes de COVID-19 desde el comienzo de la pandemia. Actualmente hemos desarrollado un programa para los que padecen esta enfermedad. En Perú, nuestras Hermanas entregan mucha comida entre los pobres que viven en dos favelas, y al mismo tiempo proporcionan comidas a domicilio a 175 ancianos y ancianas. Han creado un pequeño pabellón de COVID-19 que puede atender a 12 personas que no pueden permanecer en sus chozas y que no pueden obtener una cama en un hospital. Además, las Hermanas han comprado oxígeno para los pobres.
En enero de 2020 participó en la reunión celebrada en Roma: después de casi un año, ¿cuáles son su pensamientos sobre esa reunión?
La Familia VIcenciana es importante, interesante, buena, necesaria. Al mismo tiempo, aquí en Europa las congregaciones están envejeciendo y no tienen los recursos humanos necesarios para participar en muchas de las actividades de la Familia Vicenciana.
¿Cuáles son los retos de la caridad?
Ya no hay suficientes Hermanas.
Necesitamos invertir más tiempo, energía y dinero en la formación (vicenciana/cristiana) del personal.
Elena Grazini
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