“Deja tu ofrenda y ve primero a reconciliarte”
2 Cor 3, 15-4, 1. 3-6; Sal 84; Mt 5, 20-26.
Jesús comienza a darnos ejemplos de cómo la Ley antigua debe llevarse a su plenitud mediante la práctica del amor fraterno. El primer ejemplo es hermoso y desafiante, se refiere al mandamiento: no matarás.
Entendido estrictamente, dicho mandamiento hablaría de no quitar la vida a un ser humano. Pero Jesús nos explica cómo, desde la ley suprema del amor fraterno, hay formas sutiles de “quitar la vida” a los demás: limitándola, empobreciéndola, llenándola de tristeza, de miedo o de sufrimiento. Por eso, dice Jesús, el no matarás implica “no enojarse contra el hermano”, “no llamarlo imbécil o estúpido”. No agredirlo, no denigrarlo, no faltarle al respeto y sí amarlo, respetar su valor y dignidad, procurar su felicidad y su crecimiento. He aquí cómo se puede llevar a su plenitud la antigua ley mediante la práctica del amor.
Jesús remata esta enseñanza declarando que el culto, la religión, no pueden ser auténticos si no hay un esfuerzo sincero de vivir en paz y en armonía con los demás. Por eso, dice Jesús, si has faltado contra alguien, mejor ni vayas al culto. Primero arregla tus deudas de amor. Entonces sí ve, y el Padre te acogerá con su corazón amoroso y generoso.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón S. C.M.
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