“Reyes de la tierra, canten al Señor. Aleluya”
Hech 20, 17-27: Sal 67; Jn 17, 1-1.
En el Evangelio encontramos a Jesús orando antes de su pasión. En esta oración, Jesús nos muestra que todo lo que ha hecho y realizado en medio de nosotros, no es más que la acción de Dios por el hombre. En esta acción de Dios, Jesucristo –Dios hecho carne–, nos revela al Padre y nos dice que lo propio del Padre es amar. Y la prueba de ese amor es que nos lo ha dado todo, incluso a su Hijo único, entregándolo por nosotros.
En su oración Jesús pide, ruega al Padre por ti y por mí, que creemos en él y hemos decidido seguirlo, que hemos abrazado como discípulos~misioneros la causa de Jesús. Pide para que guardemos su “palabra”, palabra de vida que guía mi persona y misión, Ilumina los acontecimientos de la vida y fortalece toda acción creativa por hacer presente el Reino de Dios aquí y ahora.
Mirar la acción incansable del apóstol Pablo en el cumplimiento de su misión, me hace pensar en el cumplimiento de mi propia misión como seguidor de Cristo y me pregunto: Dios nos ha dado, por amor, lo más amado que tenía, su Hijo. Y yo, ¿he respondido con ese mismo amor al Padre y al Hijo?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Jesús Arzate Macías C.M.
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