El derecho universal a ser escuchado

por | Abr 30, 2021 | Formación, Reflexiones | 0 comentarios

Creo que debería existir un derecho universal (implícito) de toda persona a ser escuchada. Todas las veces que quiera, de forma oficial y extraoficial, en lugares conocidos o en el más secreto de los secretos, pero escuchado.

Entramos en el mes de abril con una mezcla de emociones. ¿Qué libertad, qué esperanza, qué primavera nos espera?

Suena el teléfono e inmediatamente una declaración tranquilizadora: «Le traigo buenas noticias». Por este lado, queda una pregunta: ¿qué es, para mí, una buena noticia?

Reviso los días más próximos. Todavía resuena la voz de mi madre diciendo que recibió la primera dosis de la vacuna y que se siente bien. En Semana Santa, una amiga me contó, entre el entusiasmo y el inconformismo, que se había afiliado a un partido político. La política de partidos sigue siendo un lugar extraño y lejano, aunque el camino hacia la democracia se hace (sólo) desde la opinión y la participación. Una amiga me cuenta, en voz baja, que por fin ha sacado su libro del cajón, lo ha revisado, entre cuidados familiares y tareas académicas, y ahora está en la mesa de dos editoriales, a la espera de una decisión. Más cerca de casa, otra amiga terminó su máster, con una nota excelente, sobre el tema del acceso a la cultura de las personas con dificultades intelectuales y de desarrollo. Cree que en el futuro inmediato el panorama de su estudio puede no cambiar mucho, pero se siente realizada porque ha concluido algo en lo que cree profundamente, y esto es una fuente de alegría. En sus agradecimientos escribe que «la cultura es para todos, sólo hay que pensar en formas que sean cómodas para que todos disfruten».

Retengo, de cada uno de estos relatos, más que el momento, la historia envolvente, la que transpone la línea del tiempo. Pienso en que debería existir un derecho universal (implícito) de cada persona a ser escuchada. Todas las veces que quiera, de forma oficial o extraoficial, en lugares conocidos o en el más secreto de los secretos, pero escuchada.

A mediados de los años ochenta apareció una nueva emisora en el panorama mediático portugués: la radio TSF. Se percibía una nueva energía en el aire. Las voces, como un trueno, anunciando que, por una historia, «iremos al final del camino, al fin del mundo». Y la radio tiene el potencial de ser probablemente el medio de comunicación más democrático. Basta con unas cuantas pilas para que se escuche en cualquier lugar y se emita desde los puntos más remotos del universo.

Frente a la repetida frase de que la radio finalizaría con la utilización masiva de Internet, lo que hemos visto es su total reinvención. Joven, actual y dinámica, la radio ha empezado incluso, en algunas emisoras, a emitir imagen, a producir auténticos contenidos televisivos, «exportando» algunos de sus programas a la televisión convencional.

Por una historia, la radio se reinventa a cada desafío, la empatía generada en la comunicación, marcada por la identidad de la voz, establece con quienes la escuchan una relación de intimidad, creando fidelidad. En un afán de escucha, casi de reciprocidad, como si dijéramos: la radio se escucha y la radio escucha al oyente. Esto se concreta en muchos programas en los que el oyente participa directamente compartiendo su opinión, planteando preguntas, en definitiva, contando su historia.

Actualmente escuchamos una variedad de podcasts que han migrado desde la radio. Algunos están enraizados en la emisora, otros son independientes, de autor, temáticas, etc. Son un reflejo de la vitalidad de la propia radio.

Hay que señalar, por otra parte, que en el mundo de las redes sociales está funcionando una nueva app, ClubHouse, cuyo único soporte es la voz. No utiliza imágenes, texto u otros códigos, sólo la voz. Puede decirse que es un nuevo espacio virtual para discutir, debatir y compartir. Una vez más es la radio la que inspira los nuevos tiempos de la comunicación, y el deseo de ser escuchado, de que la historia personal de cada uno siga presente.

Escucho a varios escritores contar su proceso de escritura; en común tienen generalmente la importancia de la historia y de los relatos, la necesidad de preservarlos, por eso escriben. Recuerdo al escritor Afonso Cruz que, en una reciente comunicación, en Correntes d’Escritas, se refiere precisamente a la necesidad de no perder las historias, aquellas que escuchaba de su abuela que decía, como estribillo: «Dios me ha olvidado».

Podría añadir muchos más enunciados de historias con potencial para ser escuchadas en una mesa redonda, con espacio y tiempo para divagar: ¡permítanme el desafío!

¡Y que mayo nos sea favorable!

João Pedro Chantre
Fuente: https://www.padresvicentinos.net/

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