Hace diez años, un cohermano me preguntó: ¿qué piensas de la vocación de los hermanos en la Congregación de la Misión (CM)? ¿Tiene futuro?
La pregunta me sorprendió un poco. Pero creo que refleja la situación de los hermanos coadjutores en la Congregación. No entendemos la vocación de los hermanos y no sabemos qué hacer con ellos. Esta confusión, muy común entre los sacerdotes, aún se encuentra entre algunos hermanos coadjutores. En muchas provincias ni promovemos la vocación del hermano.
Algo de este problema viene de la historia. San Vicente fundó la CM sin haber pensado en todas las estructuras de la vida vicentina. No había pensado en los hermanos al principio. No habia pensado en los seminaristas, los votos o las reglas tampoco. En cierto modo ni siquiera había contemplado la fundación de una Congregación. La historia de los hermanos en la CM señala el modo ecléctico de actuar del fundador. Iba creando las estructuras como respuestas a las experiencias y las inquietudes que encontraron en el camino.
En 1617 Vicente se dedica a evangelizar a los pobres. Es solamente siete años después que el santo comienza a tomar pasos para fundar la CM. Reune a unos cuantos sacerdotes para predicar las misiones en los campos. Todos los primeros compañeros son sacerdotes que se ofrecen a evangelizar a los campesinos.
Más o menos en 1627, un empleado de los de Gondi, quien había conocido a Vicente en sus visitas como capellan a la familia, se acercó para conversar. Sugirió al santo que lo que él hacia como siervo de la familia de Gondi podría hacer por la Congregación. Basicamente se ofreció para hacer el trabajo doméstico en la casa de los padres.
A Vicente le gustó la idea, pero ¿Cómo implementarla? Los modelos existentes de la vida religiosa no dieron muchas luces. Las comunidades monásticas dividieron los miembros entre hermanos legos y hermanos del coro. Los Franciscanos consideraron a todos como frayles. Los Jesuitas, la sociedad religiosa ejemplar para el apostolado en el siglo 17, sugerieron unas posibilidades.
La sociedad del siglo 17 era una jerarquía. La Iglesia imitaba la imagen del pirámide. Los sacerdotes estaban arriba y separados de los otros miembros de la comunidad. El Concilio de Trento consideró que el ministerio fue tarea clerical. Aún los servicios, que hoy en día son ministerios laicales, eran reservados a los clerigos: la catequesis, las visitas, etc.
San Vicente reconoció que los hermanos coadjutores participan en la vocación y la misión de la Congregación de la CM. Son miembros que promueven el fin de evangelizar a los pobres con el oficio de Marta según Vicente. Con frecuencia el santo presenta a los hermanos como ejemplos a los sacerdotes. El colocó a la mayoría de los hermanos en el trabajo doméstico o manual (sastres, cocineros, zapateros, agricultores en las granjas). Los hermanos iban a las misiones para atender las necesidades domesticas de los sacerdotes. Sin embargo hubo hombres como el Hermano Mateo que llevaba el dinero para los damnificados de Loreña y los Hermanos Robineau y Ducournau, secretarios del santo.
No todos los cohermanos han tenido las sensibilidades de San Vicente. En la práctica, se iba construyenda una visión de los hermanos como miembros de segunda categoría. No pudieron participar en las asambleas. No era posible ser superiores locales. Hubo mesas y salas de recreo separados de los sacerdotes. Les prohibieron aprender a leer.
En los años antes del Vaticano II pequeños cambios en la vida de los hermanos aparecieron. En los anos 50 algunas provincias fundaron escuelas técnicas y seminarios internos para la mejor formación de los hermanos. El Concilio cambió mucho en la teoria y la práctica. Condujo al proceso de las Nuevas Constituciones de la CM. Abrió la puerta para nuevos estilos de realizar la vocación del hermano. Ya hay coadjutores que son doctorados, sicólogos, trabajadores sociales, enfermeros, etc.
La Congregación eliminó las distinciones y las separaciones entre los miembros de la Congregación (con la excepción de unas exigencias por el sacramento de ordenes).
Las Nuevas Constituciones señalan que todos (sacerdotes, hermanos y seminaristas) somos miembros de la CM. Compartimos la vocación y participamos en la misión de la comunidad. Si esta idea ha existido desde la fundación, se ha dicho con más claridad ahora. EL carisma se vive en distintas formas dentro de la CM,
Todos somos miembros de una sociedad de vida apostólica. Los hermanos no son laícos.
Realizan los ministerios laicales dentro de la CM. No son clerigos, ni laícos. Evangelizan a los pobres como miembros de una sociedad de vida apostólica sin hacer el ministerio clerical. Su vocación y su ministerio no son menos que los de los sacerdotes. Su ministerio es diferente. No asumen las responsibilidades de los sacerdotes. Se comprometen con otras responsibilidades y maneras de evangelizar a los pobres.
Volviendo a la pregunta del cohermano al principio de esta presentación, si la vocación del hermano tiene futuro es preciso reconocer algo de la historia y algunos problemas actuales:
1. La Visión Clericalista
La Iglesia Católica tiene una jerarquía de funciones. El clericalismo, en cambio, crea una jerarquía de importancia y de personas. Si los clerigos son los más importantes, los demás miembros son de segunda categoría. Si el ministerio sacerdotal es el único que vale, los otros ministros simplemente son ayudantes de los padrecitos. El ministerio clerical no es una llamada al privilegio sino al servicio. Exige una visión del valor de todos los ministerios y las vocaciones en la comunidad eclesial.
En la Congregación una de las señales de la visión clericalista es la tendencia de algunos hermanos de hacerse minisacerdotes. Vimos algo de esto en los 80 cuando varios hermanos se ordenaron diáconos. A veces vemos a hermanos vistiéndose como sacerdotes con alba y cíngulo en la celebraciones litúrgicas. La vocación del hermanos permite una libertad y apertura para el ministerio más allá de los esquemas pastorales tradicionales. Ni los sacerdotes ni los hermanos debemos estar promoviendo los modelos anticuados y cerrados de la evangelización de los pobres.
2. La Colaboración
El renacimiento de nuevos ministerios ha significado un cambio en las relaciones entre los miembros de la Iglesia. El pirámide ya no es el mejor modelo para la organización pastoral. Por supuesto, hay diferentes funciones dentro de las comunidades. Sin embargo el trabajo en equipo y una pastoral de conjunto surgen de los nuevos ministerios laicales.
Si no valorizamos el ministerio laical es difícil crear una comunidad de ministros. Esto afecta a los hermanos en la Congregación también, sin hablar de la Familia Vicenciana. Es urgente crear equipos pastorales que fomentan un compartir de ministerios y servicios. Si no hay oportunidad de compartir talentos, inquietudes, ideas y opiniones el ministerio quedará truncado.
Conclusión
Si la visión del hermano coadjutor es el hombre que limpia la casa, la vocación no tiene futuro. Son servidores de los pobres, no empleados de los sacerdotes. El futuro de esta vocación depende en la posibilidad de encontrar formas creativas de servicio para los hermanos.
Si no vemos un lugar para el ministerio laical, no habrá espacio para los hermanos en la Congregación en el futuro. Si no somos capaces de trabajar con otros en equipo, la misión del hermano en la CM no tiene futuro.
Sería interesante, pensando en la Asamblea General que viene, buscar nuevas maneras de entender y promover la vocación de los hermanos coadjutores en la CM.
Preguntas para el diálogo
- ¿Qué puede decir la vocación de los hermanos en la CM hoy?
- ¿Qué problemas has experimentado para vivir la vocación del hermano en la CM?
- ¿Qué te ha servido para vivir el carisma como hermano?
- ¿Cuáles sugerencias tienes para promover la vocación del hermano vicentino?
Bibliografía
- Baylach, J.O.,: Les Frères, Hier et aujourd’hui,» Vincentiana 33 (l989), p. 195-228.
- Documento: Hermanos de la Misión, Vincentiana 33 (l989), p.148-155.
- Palú, L., Los Hermanos Coadjutores: Situación, Problemas, Soluciones, Vincentiana 21 (l977), p. 45-59.
- Pérez Flores, M., El Hermano en la C.M., Anales de la CM 94 (l986), p. 564ss.
- Pérez Flores, M. Historia del Derecho de la Congregación de la Misión, (Salamanca: CEME, 2005)p 120ss.
Juan Patricio Prager, CM
Mil gracias, P. Juan Patricio, por esta aclaración clara, precisa y convincente.
Permítaseme sugerir que, para que no se le tome al Hermano por el hombre que limpia la casa, empezamos con dejarnos de usar «coadjutor». Después de todo, les toca a todos los misioneros, tanto a los con órdenes sagradas como a los sin ellas, observar la regla:
«Todos tendrán limpios y en buen orden los pocos y pobres muebles de su habitación, la cual barrerán de tres en tres días, y al levantarse por la mañana, arreglarán decentemente la cama, a no ser que, por razón de enfermedad, o por otro motivo, señale el Superior a otro para estos menesteres» (RCCM VII:5).
¿No sería mejor «colaborador», en vez de «coadjutor»? O simplemente «misionero», «vicentino» «paúl», o «paulino».
Creo que tienes razon. Sin embargo…… tendrian que cambiar el lenguaje de las Constituciones…. O quizas cambiar la mentalidad primero