“Les aseguro que uno de ustedes me va a entregar”
Is 50, 4-9; Sal 68; Mt 26, 14-25.
Jesús y sus apóstoles no evitan ir a Jerusalén, aunque es sabida la amenaza de muerte que pesa sobre el maestro. Van y organizan la solemne cena de Pascua en la ciudad. La tensión es ahora palpable. No somos extraños a esa sensación cuando el ambiente amenaza, cuando la muerte se hace cercana.
Durante la cena de Pascua Jesús anuncia la traición. El traicionero ya ha tomado la decisión, sin embargo, Jesús todavía lo trata como a un amigo. Y todavía se preocupa de preparar a sus amigos para el terrible momento de su arresto.
Estos días nos invitan a caminar al lado de Jesús, fijar nuestra mirada en Él y acompañarlo en sus sufrimientos; dejar que nos mire de cerca y que nos vea tal cual somos.
Podemos contarle sobre las veces que nos han decepcionado, dejado de lado. Tratemos de ver como Él ve, de aprender de su corazón, para evitar quedarnos sumidos en nuestras traiciones. Señor Jesús, ayúdanos a ver cómo es que Tú no condenas y nos invitas a seguirte deseosos, libres, perdonados.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Adrián Acosta López C.M.
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