En 2008-09, mi esposa y yo fuimos voluntarios en un orfanato para niños en una zona rural de Honduras. Un día, caminando por la aldea cercana, subiendo la colina desde el río a lo largo del camino de tierra lleno de baches, llegó una carreta tirada por bueyes …. con el conductor hablando por teléfono celular.
Qué imagen tan incongruente. Sin embargo, nos dice algo importante.
Los teléfonos móviles, que antes eran un lujo, ahora son prácticamente una necesidad. Para las personas empobrecidas, especialmente en las zonas rurales, pueden marcar la diferencia en la vida y la salud. Es posible que los gobiernos de los países en desarrollo nunca construyan las líneas eléctricas necesarias para los teléfonos fijos. No supone una prioridad en el presupuesto nacional. Sin embargo, la conectividad que proporciona un teléfono móvil permite obtener información actualizada, acceder a servicios críticos y contactar con la familia y los amigos.
Nuestro mundo es cada vez más digital. Y como la tecnología crece a un ritmo increíble, los teléfonos móviles son sólo una puerta de entrada a este nuevo mundo. El acceso a Internet se ha convertido en una herramienta fundamental para la educación, la sanidad y los servicios sociales.
El Secretario General de las Naciones Unidas señala la «brecha enorme» en el acceso a Internet, con menos de la mitad de la población mundial en línea. Si queremos «avanzar mejor» sin dejar a nadie atrás, esto incluye no dejar a nadie sin conexión. Y cuanto más esperemos, más gente no sólo se quedará atrás, sino que se quedará mucho más rezagadas. Los derechos digitales, en este momento de la historia del mundo, son Derechos Humanos.
El punto de partida es tener una mentalidad totalmente nueva sobre la colaboración. Necesitamos una colaboración global para conectar el mundo. No podemos hablar de conectividad con un enfoque basado en los costes. Para superar la brecha digital, las naciones y el sector privado deben explorar soluciones pragmáticas para lograr un acceso a Internet asequible y universal. Y las habilidades digitales fundamentales se pueden enseñar con facilidad.
Pensemos en las consecuencias de no superar esta brecha. Los niños en edad escolar, especialmente durante la pandemia de la COVID19, necesitan estas herramientas para la educación básica. ¿Cuántos, en los países más pobres, se están quedando atrás a un ritmo alarmante por falta de acceso a los ordenadores? Es vergonzoso dejar a tantos niños sin escolarizar. ¿Cuántas personas obligadas a desplazarse —refugiados, migrantes, desplazados internos— están totalmente desconectadas o gastan, según estimaciones recientes, hasta el 70% de sus escasos recursos en pagar un servicio telefónico poco fiable? La atención sanitaria a distancia está creciendo como una opción sanitaria más asequible. ¿No debería estar al alcance de todos? Una vez más, ¿qué deben hacer los habitantes de las zonas rurales, las mujeres abandonadas que crían niños pequeños o los discapacitados? ¿No sentimos la obligación moral de insistir en que las nuevas tecnologías básicas estén al alcance de todos?
A pesar de todos sus peligros y malos usos, Internet supone conocimiento y oportunidades, y puede capacitar a las personas para actuar en función de sus intereses y necesidades. Y es posible lograr un gran éxito. Por ejemplo, Argentina informa de que el 85% de su población está ya conectada. Siendo realistas, el progreso variará mucho de una nación a otra, dependiendo de las posibilidades financieras de cada país. Pero el punto de partida es la convicción de que la conectividad universal asequible es un derecho que la gente debe disfrutar hoy, y que conducirá a una población más sana, más educada y mejor posicionada para contribuir a una prosperidad que enriquezca a toda la nación.
Nota: inspirado en el seminario web del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU «Inclusión digital para todos».
Jim Claffey
Representante de la ONG de la Congregación de la Misión ante la ONU
Twitter: @CMunnyc
FB:congregationofthemissionun
https://www.congregationofthemission-un-ngo.com/
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