Mihaela solía irse a dormir temiendo que la casa cayera sobre ella y su familia. Vivía con su madre y sus cuatro hijos, de entre 14 y 7 años, en una pequeña casa en Iasi, la segunda ciudad de Rumanía. “Nos sentíamos privados de toda esperanza y protección durante esos 10 años. Sentíamos muchísima inseguridad. Cada noche nos íbamos a la cama con miedo porque no sabíamos si nos despertaríamos al día siguiente”.
Dada su difícil situación financiera, no podía permitirse mantener la casa y se fue deteriorando gradualmente. “Ese miedo nos estresaba y los niños iban a la escuela con la incertidumbre de que tal vez la casa no estuviera allí cuando volvieran. Fue un tiempo muy duro para toda la familia”.
Sus vidas cambiaron gracias a la iniciativa de la Sociedad de San Vicente de Paúl y la Campaña “13 Casas”. “La idea de este proyecto llegó cuando recibí el folleto de la Campaña ‘13 Casas’, cuenta Ana Dobos, coordinadora del proyecto e integrante de la SSVP. “La casa estaba a punto de caerse en cualquier momento y la familia no podía seguir viviendo allí. Y entonces, Dios me iluminó y me llevó a la Alianza Famvin con las personas sin hogar. Nunca hubiera pensado que había gente esperando para poder ayudarnos. Dios hace milagros a través de las personas. Me gustaría agradecer a Dios por enviarme a las personas adecuadas para ayudar con este proyecto. Sin embargo me gustaría enviaros mis palabras de agradecimiento a todo lo que habéis hecho por nosotros”.
La construcción de la casa comenzó a finales de julio por culpa de las restricciones debidas a la Covid19. El equipo construyó la estructura de la casa en dos semanas. La pintura, aislamiento y las puertas y ventanas se instalaron unas semanas después. “Vimos la casa y nos mudamos a ella ¡pero todavía no nos podemos creer que sea nuestra!” Dice Mihaela. “Nuestra alegría es abrumadora, ahora podemos vivir y estar en una casa sin preocupaciones. Tenemos dos habitaciones, podemos organizarla como queramos y nos sentimos muy bien. Vivimos con dignidad, tenemos un lugar para limpiar, para guardar nuestra ropa, donde los niños pueden estudiar y jugar juntos, vivir juntos”.
“Los niños están muy felices, vieron cómo se construía la casa pero tampoco se lo pueden creer. Ahora van felices a la escuela porque tienen un lugar donde preparar las clases y hacer los deberes. Ahora tienen más confianza en sí mismos y tendrán el valor de aprender muchas cosas nuevas con una menta en paz y un corazón abierto.” Pero lo que es más importante para este proyecto, es que los niños han aprendido “el amor entre las personas puede hacer que los sueños se hagan realidad”.
La familia ha nacido de nuevo, y los niños tienen una nueva oportunidad de estudiar e ir al colegio. Tendrán confianza en sí mismos y en otras y con seguridad no se sentirán solos. Dios ha hecho un milagro a través de las personas para las personas.
Fuente: Alianza FamVin con los sin hogar
felicidades y gracias.