“Hagan lo que les dicen, pero no imiten su ejemplo”
Is 1, 10. 16-20; Sal 49; Mt 23, 1-12.
Jesús dirige las palabras más ásperas del evangelio a los líderes religiosos de su tiempo, que no eran lo mejorcito en aquello de dar ejemplo. Que sea para nosotros un llamado a estar atentos para no caer en lo mismo. Podemos proponernos:
- Practicar lo que predicamos.
- Mostrar compasión en lugar de echar cargas sobre los demás.
- No usar las prácticas religiosas para vernos importantes.
- Ser humildes y respetar a quienes nos siguen.
- Entender y practicar los mandamientos desde la misericordia y la justicia.
Somos todos discípulos que tenemos distintas responsabilidades; si perdemos este punto de partida, estamos en riesgo de buscar un mérito en lo que hacemos. No es que no lo tenga, pero sin humildad se descomponen las cosas. Caemos fácilmente en la “importología”, ocupados solo en la apariencia y la opinión ajena.
Ayúdanos Señor a revisar constantemente nuestra conducta con los demás, que te reconozcamos en ellos para ser más serviciales y amables.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Adrián Acosta López C.M.
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