No sabemos cómo ayudar a todos y llegar a todos con esperanza —que no podemos perder— y con ayuda —que no puede faltar—. Pero queremos y debemos hacerlo, sin miedo ni vacilación, ayudando a todas las personas, prestando la ayuda urgente y necesaria.
La pandemia de Covid-19 está tardando en desaparecer. Las preocupaciones de las familias, los individuos y las instituciones son enormes. No sabemos cómo ayudar a todos y llegar a todos con esperanza —que no podemos perder— y con ayuda —que no puede faltar—. Pero queremos y debemos hacerlo, sin miedo ni vacilación, ayudando a todas las personas, prestando la ayuda urgente y necesaria. Nadie puede permanecer indiferente y todos estamos invitados a dejar nuestra comodidad y salir al encuentro de los que viven en las periferias y sufren las urgencias del momento, que se van a prolongar durante mucho tiempo…
¡Es el momento de los vicencianos!
¡Es la oportunidad para la Iglesia y para los cristianos!
Es el momento de compartir la vida, lo que somos y tenemos, con los que tienen poco o nada.
Es el momento de ser samaritanos y de ocuparnos de nuestro prójimo, con sus heridas y debilidades, con sus necesidades y sufrimientos.
Es hora de dar testimonio con nuestra vida de lo que somos y en quién creemos….
Es hora de dar testimonio de aquello en lo que creemos y de que, con el corazón ensanchado por la esperanza, marquemos la diferencia y mostremos a la gente y al mundo que merece la pena vivir. Que la vida es una aventura de amor y esperanza, que se traduce en solidaridad humana y en compartir la vida, con los dones que poseemos, con las alegrías y las penas.
Es el momento de no quedarse indiferente y de no desanimarse ni dar la espalda a un reto tan grande, y de no tener miedo en la acción que nos espera. El Señor, como hemos escuchado y reflexionado recientemente en la Liturgia del Sexto Domingo del Tiempo Ordinario, al ser interrogado por un leproso, lo acogió y lo tocó, diciéndole: «Quiero, queda limpio». También podemos decir a nuestros hermanos y hermanas: quiero que no os falte nada; quiero que estéis bien y sanos; basta con que extendamos nuestras manos, nuestras miradas y abramos nuestro corazón para transmitir amor.
«Ver cómo se aman»; ver cómo comparten la vida y hacen comunidad: este tiene que ser nuestro testimonio, en este tiempo de oscuridad, pero también de oportunidad y esperanza.
Manuel Carvas Guedes
Fuente: https://www.padresvicentinos.net/
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