Una experiencia concreta, dentro del ejercicio de la Caridad y Misión Vicentina, ejercida por una de nuestras ramas famvin internacional: CATEQUESIS ESPECIAL VICENTINA.
La Primera Comunión de un niño con discapacidad es un evento especial.
Se tendría que saber lo que tuvo que pasar antes de que llegara ese día al Altar a recibir el Sacramento. En el caso de Diego, mi hijo, el camino fue largo. Con una discapacidad severa que le imposibilitaba moverse por sí mismo, aunque no lo detenía a comunicarse pues a pesar de que no podía hablar se daba a entender con sonrisas, muecas y balbuceos implicó un esfuerzo conjunto.
Varios años antes, lo había llevado a un par de Parroquias donde me decían que los niños como él no podían hacer su Primera Comunión porque no entendían nada, o porque no se podían confesar previamente, no podían repetir oraciones y algunas razones más que ya no mencionaré.
En Reynosa, la ciudad donde vivo en México, inició la Catequesis Especial Vicentina, una catequesis justo para niños y jóvenes con cualquier tipo de discapacidad con el objeto de que puedan recibir sus Sacramentos de Primera Comunión y Confirmación. Así que en cuanto supe que existía, fui a ver a su fundadora, la Dra. Leticia Ascencio de Lomeli para ver si Diego podría entrar a algún grupo y lo recibieron con los brazos abiertos.
Entramos a la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen, que no tiene escaleras por lo que era muy cómodo ir con la silla de ruedas, y quedaba cerca de la casa. El grupo de niños y niñas era variado, es decir con diferentes discapacidades, las catequistas eran personas cariñosas, amables y entregadas a la tarea de seguir los procedimientos y carisma que marca la catequesis especial, donde al final se incluye una merienda compartida. Diego iba feliz, adivinaba cada semana que le tocaba ir y casi brincaba en el asiento de la camioneta de camino para la Iglesia, le encantaba oír a sus compañeros y reconocía de inmediato a su catequista.
A las mamás o familiares se les da Evangelización mientras los niños están en el Catecismo, ya que éstos no se pueden quedar solos y así fue como las mamás de los niños del grupo, que tomábamos la Evangelización juntas, nos hicimos amigas sin importar las condiciones sociales o económicas de cada una, teníamos en común a nuestros hijos y mucho que compartir sobre la tarea de cuidarlos, educarlos y sacarlos adelante, así que además de la Evangelización recibida, el salón de clases se convirtió en una especie de terapia grupal donde la empatía, la confianza y la sensación de pertenencia marcaban la pauta.
Pasó el tiempo y se llegó el día en que Diego y los cinco compañeros que estaban listos para hacer su Primera Comunión empezaron, junto a sus mamás y catequistas a preparar la Misa, ensayar el momento de la Comunión, los cantos, las túnicas que iban a ponerse, los padrinos, etc. Todo aquello se convirtió en un acontecimiento porque en esa Parroquia eran los Primeros amigos especiales en recibir sus Sacramentos.
El Párroco cada martes a las seis, después de la catequesis, oficiaba la Misa dedicándola a ellos, por lo que estaban muy bien preparados para escuchar y participar en la Eucaristía. El Sacerdote conocía bien a cada uno y estaba muy contento. Todo estuvo listo para la Celebración que se llevó a cabo un 08 de diciembre de 2007.
Fue una gran Misa, no solo porque el Sacerdote le dedicó su mejor esfuerzo y todo estaba al punto, sino sobre todo porque se respiraba un ambiente que me cuesta trabajo describir, era una alegría que invadía el aire, a la mayoría de los invitados en algún momento se les llenaron los ojos de lágrimas, si la mayoría sentía lo mismo aún sin conocerse era porque parecía que ángeles volaban sobre nosotros y el Espíritu Santo soltaba chispas alrededor del altar. Los niños reían con una alegría serena y la espiritualidad de la Eucaristía nos conmovió a todos. Debo decir que después de esta asistí a muchas Primeras Comuniones de niños con discapacidad y en todas sucede lo mismo, el Espíritu Santo invade el ambiente de una forma muy especial. Será que el cielo se alegra por el acercamiento de almas inocentes a la Eucaristía y sus ángeles de la guarda no se detienen revoloteando por la Iglesia.
Hermosa labor de catequesis especial. Gracias por describir perfectamente ese momento de Encuentro con Nuestro Señor