Las personas sin hogar existen.
Llamarlas por su propio nombre es una cuestión de humanidad y fraternidad; reconocerlas con un documento de identidad es construir una sociedad sana, unida, abierta y creativa.
Sin vivienda no hay oportunidades reales de promoción civil, social y cultural.
La vivienda puede ser la mano que se les ofrece para poder reemprender el camino de la vida.

Augusto Montaruli entrevista a sor Cristina Conti, HC, coordinadora de los Servicios de «La Carità di Santa Luisa» (llamados «Charité») en via Nizza 24 en Turín. En el centro de día para y con los sin techo hay muchos voluntarios, incluyendo algunas Hermanas de las Hijas de la Caridad.

Sor Cristina, ¿cómo se han organizado en este tiempo de pandemia y confinamiento?

Hemos tratado de traducir las diversas normativas en procedimientos que garanticen la máxima seguridad para todos, sin menoscabar en modo alguno la relación, la atención y el cuidado de las Personas sin hogar que acogemos. Escríbelo en mayúsculas, Personas, porque es importante subrayar su humanidad, su individualidad, sus peculiaridades… no son una categoría, una multitud anónima… Todos son especiales. Todos pueden ser acompañados para valorar su vida con objetividad, dándole un sentido renovado, incluso en esta época de pandemia.

¿A cuántos amigos, como los llamas, ofrecéis apoyo?

Son muchos. El número varía, pero mirando el conjunto de nuestros servicios hablamos de cientos de Amigos, semana tras semana, y miles al año, por desgracia. El nuestro es un servicio caracterizado por la movilidad. Hay muchas personas que nos encontramos una sola vez, de paso por Turín. Cada momento es aún más importante. Cada sonrisa. Cada palabra, que podría ser significativa para esa persona. Ha sucedido, ya sabes: hay quienes han regresado a dar las gracias porque una frase dicha en un momento dado les ha ayudado a dar un cambio su camino vital.

De las Personas sin techo tenemos una imagen que tal vez sea anticuada, en algunos casos incluso un poco romántica: los que se convierten en sin techo por elección de la vida y no por circunstancias de la vida. Tal vez sea hora de decirle a la gente quiénes son.

¡Daría para escribir una novela! Son tan diferentes… De hecho, una colección de poemas saldría de ella, porque estos Amigos nuestros, a pesar de algunas de sus historias muy… fantásticas, en realidad me recuerdan a la poesía. A veces no es fácil entenderlos, sus versos son resbaladizos, es difícil seguirlos… pero si dejas que esas palabras evoquen en ti ecos y referencias, empiezas a entenderlos un poco más…
Poesía porque con ellos atravesamos todas las edades, idiomas, géneros… con ellos viajamos alrededor del mundo todos los días…
Poesía porque nos apasiona su vida, sus historias, y pocos han elegido realmente, o mejor dicho, han elegido libremente el camino. A menudo deciden desprenderse de situaciones de dificultad, precariedad, sufrimiento, violencia, miseria… deciden, pero no es una elección incondicional…

¿No crees que ellos también pueden convertirse en un recurso para vuestra experiencia, por las cosas que saben o pudieron hacer?

Sólo digo esto: en nuestro Servicio hay muchos Voluntarios y a menudo piden traer a conocidos para experimentar el servicio. Esto ocurre especialmente con los jóvenes, que son muy numerosos entre nosotros. Esta atracción comienza con los Amigos, con los indigentes que acogemos. Entre ellos hay maestros de la vida… y en todo caso relacionarse con los que están en la calle siempre nos cuestiona. Sus experiencias deben ser estudiadas para extraer de ellas estrategias de supervivencia.

Si tuvieras resolver mágicamente la situación, ¿por dónde empezarías? ¿Cuál sería la primera acción que tomarías?

Como mencionaste antes: aumentaría sus recursos haciendo que se expresen en actividades concretas… Todo el mundo necesita un hogar, pero lo primero que piden es: «déjame hacer algo». Nuestras manos hablan de nosotros, y también, a través de la acción de nuestras manos, formamos nuestra mente y nuestro espíritu… El «hacer» expresa identidad, dignidad. Y ayuda a no fijarse en los problemas, obstáculos, humillaciones experimentadas.

Las Personas sin hogar no votan. ¿Es esta la razón por la que se arriesgan a seguir siendo un problema sin resolver?

Los indocumentados no votan; los que no tienen residencia no votan. Hay una situación que puede darse: no tener lugar de residencia. Pero no puede ser que «desaparezcan» de los registros civiles por las dificultades que se experimentan y que se ve obstaculizada por esta imposibilidad de rastreo. Una persona indigente que se vuelve irrastreable en el registro no sólo no vota, sino que actualmente en Turín no puede renovar su tarjeta de identidad sin pagar antes o después (triplicada) una multa. Sin mencionar la esperada ejecución de la hipoteca… Si no tienes ni unas moneda en el bolsillo, sales de las oficinas municipales y hay dos maneras… ambas humillantes: o empiezas a preguntar por ahí o… te lo apropias. «Nemo», nadie, es el apodo que se le dio al último amigo que acompañamos a la Oficina de Registro. Al insistir, logró evitar el pago de la multa… pero ahora está preocupado por las consecuencias. ¿Por qué tiene que pasar esto? Una sociedad que lucha por nombrar a sus hijos es una sociedad enferma. Es una sociedad en camino a la desintegración, al fracaso. Este pensamiento debería afectar la búsqueda de un consenso electoral. Los indigentes existen, y hay miles de ellos. Hacerlos parte de la sociedad es en el interés de todos. Y es construir juntos un mundo más verdadero y más justo.

Le agradezco mucho su disposición a hacerse presente en mi pequeño espacio. Las entrevistas quieren ser una contrinbuicón a quienes tienen el deber de decidir y pensar en el futuro.

Leer el artículo completo (en italiano):
http://augustomontaruli.it/blog/2020/12/01/le-interviste-urgenti-cristina-conti-suora/?fbclid=IwAR3f6rOfnBJqXC7H3iexNZRb0fabJf_ZPmK7zc5VsIekIdB7L0cLf_3mV-E