A algunos les puede sorprender que el resultado de la elección presidencial mostrara que el voto católico estaba dividido casi por igual entre Donald Trump y Joseph Biden. Se preguntarán por qué hay tal división en el voto católico, particularmente cuando Joseph Biden es un católico practicante. De hecho, ahí está el problema.
Después de su reunión de noviembre, los obispos católicos de EE.UU. emitieron una carta, adjunta a su documento de «Ciudadanía Fiel» sobre el discernimiento de cómo votar. En esa carta los obispos declaran que consideran el aborto como su tema preeminente para las elecciones presidenciales. Desafortunadamente, la plataforma del Partido Demócrata de Joseph Biden apoya el derecho al aborto. Esta posición ha llevado a muchos a declarar que Joseph Biden apoya el aborto; de hecho, algunos incluso llamaron a Biden un «asesino de bebés».
Como resultado de esto, los católicos pro-vida, incluyendo algunos obispos y sacerdotes, declararon que los católicos no deberían votar por Joseph Biden porque no es ni pro-vida ni verdaderamente católico. Con esta información, algunos podrían preguntarse cómo obtuvo Biden los votos católicos que obtuvo.
La explicación es que muchos católicos ven la defensa pro-vida en un contexto mucho más amplio dentro de la doctrina social católica. Para ser verdaderamente pro-vida, uno debe también oponerse a la pena de muerte, apoyar el derecho de todas las personas a la atención médica, la reforma de la inmigración y la preservación de nuestro planeta a través del cuidado de la creación. Ser pro-vida es más que estar en contra del aborto.
Cuando muchos católicos reflexionaron sobre el amplio espectro de temas que comprende la doctrina social católica y cómo los candidatos apoyan esos temas, concluyeron que Joseph Biden es verdaderamente más pro-vida que Donald Trump. Aunque la plataforma del partido Demócrata apoye el derecho al aborto, una gran mayoría de los Demócratas Católicos se oponen al aborto y hacen lo que pueden para reducir, si no eliminar, el deseo de alguien de abortar.
Como promotores de la paz y la justicia en la Familia Vicentina, necesitamos hacer todo lo posible para promover la doctrina social católica dentro de nuestra Iglesia y nuestra sociedad en general. Tenemos que hacer todo lo que podamos para trabajar con nuestros funcionarios del gobierno local y nacional, en particular con una nueva Administración que entre en funciones. Hay muchos temas que nosotros, católicos, compartimos con la nueva Administración en relación con la reforma de la inmigración, el cuidado de la salud para todos y el fin de la pena de muerte. Mientras trabajamos en estos temas, también podemos usar nuestra influencia para encontrar formas de reducir, si no eliminar, incluso el deseo de abortar, particularmente a través de la ayuda a los empobrecidos.
P. Louis Arceneaux, C.M.,
New Orleans, LA
gracias
Gracias por hablar en nombre de la mitad de los votantes católicos de los EE.UU.
Se nos advierte en 2 Cor 11, 14 que el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz. No hay que sorprenderse, pues, que les cueste a muchas personas, concretamente a la otra mitad de los votantes católicos, poner en duda siquiera las proclamaciones de los que se dicen luchadores en pro de la vida, quienes a la vez tienen las manos llenas de sangre y no aprenden a hacer el bien, ni buscan la justicia ni reprenden al opresor, ni abogan por el huérfano ni defendien a la viuda, ni cesan de maltratar y oprimir a los inmigrantes (véase Is 1, 15. 17; Éx 22, 21).
Que Dios nos impulse a todos a no ajustarnos a este mundo, sino a transformarnos por la renovación de la mente, para que sepamos discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto (Rom 12, 2).