Reflexión en torno al Adviento, desde la Oficina de la Familia Vicenciana (Tercera parte)

por | Dic 16, 2020 | Formación, Reflexiones | 0 comentarios

A lo largo de este tiempo de Adviento de 2020, cada uno de los cuatro integrantes de la Oficina de la Familia Vicenciana nos ofrecerán una breve reflexión en video sobre nuestra realidad actual y el camino de esperanza que realizamos hacia un futuro donde el nacimiento del Señor ilumine también nuestra realidad actual:

Traducción:

Queridos hermanos y hermanas:

En este tercer domingo de Adviento, que llamamos «Gaudete», la Iglesia nos invita a la alegría: «Alegraos, el Señor viene». El color litúrgico rosado es signo externo de esta alegría.

Les invito a que experimenten tres vivencias de la alegría:

  1. La alegría de la conversión: Juan el Bautista es quien prepara el camino para el Señor. El primer paso en este camino es la conversión, que está presente ya en la predicación de los profetas, quienes constantemente invitan al pueblo a «retornar al Señor», pidiendo perdón y cambiando su estilo de vida. La conversión, según los profetas, significa cambiar de dirección y volverse al Señor, basándose en la certeza de que Él nos ama y que su amor es siempre fiel. Volver al Señor, que está entre nosotros y al que no conocemos (cf. Jn 1,26). «Sigamos entonces esta invitación del Señor y no opongamos resistencia, porque sólo si nos abrimos a su misericordia, encontraremos la verdadera vida y la verdadera alegría» (Papa Francisco, audiencia del 18 de junio de 2016).
  2. La alegría del encuentro: Cristo Jesús está en el camino, esperándonos para acompañarnos al Padre. «Ser cristiano significa tener la alegría de pertenecer totalmente a Cristo, ‘único esposo de la Iglesia’, e ir al encuentro de Él igual que se va a una fiesta de bodas. Así que la alegría y la conciencia de la centralidad de Cristo son las dos actitudes que los cristianos deben cultivar en la cotidianidad» (Papa Francisco, homilía del 6 de septiembre de 2013).
  3. La alegría de servir: «Servir es la alegría de la Iglesia: ir más lejos, siempre; ir más lejos y dar vida» (Papa Francisco, homilía del 6 de noviembre de 2015). Tener un nuevo corazón por la conversión y una nueva vida por la presencia de Cristo en él, nos lleva a unirnos a la Iglesia en su misión de servicio y de compartir. San Vicente de Paúl dijo a los misioneros: «Nuestra vocación, pues, es salir al mundo entero. ¿Y con qué propósito? Encender los corazones de los hombres, haciendo lo que hizo el Hijo de Dios, que vino a traer fuego al mundo para encenderlo con su amor» (Conferencia del 30 de mayo de 1659). Sí, todos están llamados a escuchar el saludo del ángel a María: «Alégrate, llena de gracia» (Lc 1,28) como una invitación a la alegría, a «una alegría profunda, que anuncia el final de la tristeza… Es un saludo que marca el inicio del Evangelio, de la Buena Nueva» (Papa Benedicto XVI, audiencia del 19 de diciembre de 2012). Nuestra misión hoy es correr apresuradamente como María para llevar esta Buena Noticia a nuestros hermanos y hermanas.

 

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