Cada semana, un miembro de la Familia Vicenciana nos compartirá una porción su experiencia en estos últimos meses. Desde lo íntimo de su corazón, propondrá un mensaje de esperanza, porque (estamos convencidos) también hay lecciones positivas que aprender de esta pandemia.
El año 2008 compuse una canción para celebrar los 150 años de la llegada de los vicentinos al Perú. Su estribillo decía así: Vicentino, debe celebrar con los pobres que hoy te esperan. Este año 2020, 12 años después de haber compuesto esa canción, he descubierto un sentido nuevo de lo que significa, para un vicentino, celebrar el día de san Vicente.
Sabemos que Vicente, un niño de campo cuyos padres esperaban mucho de él, tuvo en sus inicios una vida muy particular, muy distinta de lo que luego sería su servicio con los pobres. El mismo Vicente quería buscar una vida de un hombre notable; ser un sacerdote porque así conseguiría algunos beneficios. Pero, cuando descubrió la realidad de los que necesitaban de Dios, quienes tenían hambre, quienes tenían sed de justicia… Dios sale al encuentro de Vicente y su vida da un giro total. Vicente comprende cuáles eran los planes de Dios para él. Su sacerdocio paso a ser existencial, como lo plantea la Carta a los Hebreos, y él mismo ser ofrenda agradable a Dios. Debía darse por todos, principalmente por los pobres.
En el presente año nos hemos dado cuenta que una pandemia nos ha distanciado de muchas personas, actitudes y costumbres; ha dejado al descubierto cualidades y defectos de muchos… pero también el sentido solidario que latía en cada corazón dispuesto a ayudar a esos pobres.
Era cierto lo que Jesús decía: “…siempre tendrán a los pobres con ustedes y los podrán ayudar cuando quieran…” . Hoy todo el mundo ha visto que pobreza hay en abundancia. No solamente cuando se realizan campañas, no solamente cuando estalla una bomba, no solamente cuando hay un desastre natural, no solamente cuando hay campañas políticas… pobres hay siempre.
Los vicentinos debemos estar con los ojos abiertos para ver estas pobrezas, verlas y atenderlas, asistir, dar esperanza y restaurar la dignidad de los pobres. Nuestro ministerio activo está lleno de obras que dan vida a la Palabra. Por lo tanto, nuestras liturgias deberían de reflejar también con quiénes celebramos la fe. ¡Celebramos con los pobres! ¿No es acaso nuestra esencia? «Me envió a evangelizar a los pobres»: con aquellos que pasan necesidad y hoy, más que nunca, se han hecho patentes. Un vicentino no actúa una vez al año, sino todos los días; tiene a los pobres en su corazón; son su preocupación, su sueño, su pensamiento, su proyecto, el sentido de su vida: perseguir lo que Cristo buscó en la tierra.
Celebrar la solemnidad de san Vicente de Paúl, en plena pandemia, quizá no fue lo de siempre: misas multitudinarias, eventos artísticos, almuerzos o cenas parroquiales, etc. Este año hicimos una pausa a estas propuestas y lo celebramos con una alegría reinventada. Una novedad al tener ahora a Roger, Vero, Bryan y Jorge como diáconos, en una celebración participada por casi mil personas a través de las redes sociales, fue la unidad de nuestras alegrías: Dios sigue llamando, hay jóvenes que dan ese sí generoso, la misión continúa, los pobres tendrán quién les hable de Dios y el carisma se sigue multiplicando.
Es por ello que esta fiesta decidí vivirla de una manera distinta. Estuve visitando y compartiendo en algunas comunidades rurales la Buena Nueva: ¡Tendremos diáconos! Escucharles y verles me hizo pensar en cuán necesaria y urgente es nuestra oración para que Dios “siga convocando a sus seleccionados y ellos den todo por la camiseta”. Es realmente una dicha ver que las personas se alegran al “ver bajar de las montañas los pies del mensajero de la paz”. Ese mensajero que visita, que aprende a superar las dificultades, que se arriesga por llevar de palabra y de obra el amor de Dios misericordioso, el mensajero que va en camino con todos hacia la salvación.
La mañana del 27, al celebrar la misa con solo 5 personas fue una sintonía de respuestas: ¡Gracias, padre, por permitirnos estar! ¡Gracias a ustedes porque aceptan celebrarlo conmigo!
Este 27 no lo celebré a lo grande: lo celebré de la forma más especial, nunca solo, sino acompañado por aquellos que esperan conocer más de Dios por tu palabra y obra… el 27 de setiembre de un año distinto y difícil, volví a escuchar esa línea del canto: Vicentino, debes celebrar con los pobres que hoy te esperan.
Erick Félix, CM
Misionero Paúl en Perú.
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