“El Señor protege al justo”
Apoc 1, 1-4. 2,1-5; Sal 1; Lc 18, 35-43.
A todo cristiano puede sucederle que, con el tiempo y a causa de las dificultades de la vida y los problemas que se viven en su parroquia, se desanime en la vivencia de su fe, sintiendo pocas ganas de ir a misa y pocos deseos de participar en los grupos parroquiales, de mirar a las necesidades del otro, de hacer oración. Se ha enfriado el amor que se había despertado cuando se encontró con Jesús.
Nosotros no somos los únicos que pasamos por eso, la primera lectura, del libro del Apocalipsis, quiere animar a los miembros de la comunidad cristiana que empiezan a sufrir persecuciones por causa de su fe en Cristo; y para que no sucumban en las dificultades y no se enfríe su amor por Cristo, les recuerda que su modelo es el mismo Jesús, servidor y testigo del Padre. Esto los ayudará a mantenerse firmes en la fe.
El Dios vivo es un Dios que viene y se encarna en nuestra humanidad, escucha nuestros lamentos y se detiene ante nuestra necesidad para curarnos. Nosotros no podemos perder la oportunidad del paso de Cristo por nuestra vida, solo así nuestro amor por Cristo nunca se enfriará.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Jesús Arzate Macías C.M.
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