“El que busca al Señor será dichoso”
Flp 3, 3-8; Sal 104; Lc 15, 1-10.
Iniciemos nuestra reflexión de este día haciéndonos una pregunta muy importante: ¿Qué es lo que alegra nuestra vida y da sentido a lo que hacemos?
Hoy la Palabra de Dios nos dice que, para los maestros de la ley y los fariseos, lo que alegraba su vida y daba sentido a todo lo que hacían era la observancia de la ley y la realización de sus ritos; esto les hacía sentirse seguros de sí mismos y creerse justos frente a Dios. Sin embargo, este pensar cerrado impedía que abrieran su corazón y sus oídos para escuchar la novedad que Jesús, el hijo de Dios, trajo a toda la humanidad.
No podemos vivir nuestra fe con un pensamiento cerrado, debemos tener siempre nuestro pensamiento abierto a Dios y a nuestros hermanos y aprender del actuar de Jesús, que no ha venido a dar premios, sino a salvar. El que ama, trata de salvar a su prójimo y no de condenarlo.
Por eso, el apóstol Pablo al encontrarse con Jesús, cambia sus pensamientos y posturas; por Jesús, aceptó perder todo y considerarlo como basura, entendiendo que lo que alegra la vida y da sentido a lo que hace, no es la condenación del otro, sino el “salir e ir” al encuentro del otro para rescatar al que está perdido. ¡Esta es la verdadera alegría!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Jesús Arzate Macías C.M.
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