Tenía planeado viajar a Emmitsburgo en noviembre de 2020, para hacer una presentación en un Seminario de la Familia Vicenciana, de título «Vivir el Carisma Vicenciano hoy: 400 años y contando». Muchas personas recibieron invitaciones para hablar sobre diferentes aspectos de este tema. Mi enfoque particular era «El Cristo de Vicente de Paúl».  Me sentía emocionado y bendecido al recibir este encargo. El Covid-19 ha obligado a repensar sobre cómo puede llevarse a cabo este seminario. Ahora el evento se va a llevar a cabo como a través de ZOOM.  Aún así, me alegro de que «el espectáculo pueda continuar».

El gusto de leer a los autores vicentinos sobre el significado de Cristo para Vicente, de mirar los propios escritos y la predicación de Vicente, y de estudiar los acontecimientos de su vida me ha proporcionado una bendición. Por supuesto, no podía ni siquiera empezar a considerar el alcance de este material, pero sentí la necesidad. Para mis conferencias, decidí organizar mi presentación en torno a los cuatro Evangelios y al Cristo que Vicente descubrió en cada uno de ellos. El Señor era el modelo de su ministerio.

Abelly habla convincentemente y repetidamente de la importancia de Cristo y de las lecciones del Evangelio en el carácter y el crecimiento de Vicente:

La conducta de Vicente se fundamentaba no en simples razonamientos humanos, sino en las máximas y verdades del Evangelio. Éstas estaban grabadas en su corazón, y las tomó como fundamento de su vida y las tuvo siempre presentes en su mente. Se conformó en todas las cosas con la doctrina y el ejemplo de Jesucristo. (Abelly I,126)

¡Qué gran descripción! Parece tan obvio, pero debemos permitirnos volver repetidamente a esta verdad: Vicente descubrió el propósito de Jesús en su lectura de la Escritura.

Cuando se busca la guía de los biblistas, se puede descubrir en cada Evangelio una imagen particular de Jesús. En Juan, la imagen del «Verbo hecho carne», que describe la encarnación, introduce el pensamiento. En Marcos, el texto revela a Jesús como «el siervo/mesías sufriente». Así, podemos ver cómo Juan y Marcos dirigen nuestra atención al principio y al final de la misión de Jesús. Mateo describe a Jesús como un maestro; y Lucas lo enfatiza como un sanador. La riqueza de la persona, el ministerio y las relaciones de Jesús emerge en el cuadro total.

Cuando miramos las palabras y acciones de Vicente, notamos cómo recibe orientación de cada pasaje del Evangelio. Vicente aprende de la vida de Jesús al conocerlo en el marco de las Escrituras. Buscando la inspiración del Espíritu Santo, obtendríamos una maravillosa información sobre Vicente al escuchar la forma en que lee nuestra Biblia.

Vicente ofrece a sus seguidores buenos consejos sobre cómo crecer en la vida cristiana y el ministerio de nuestra Familia Vicenciana:

Los sacerdotes y todos los estudiantes de la Congregación deben leer un capítulo del Nuevo Testamento, reverenciando este libro como la norma de la santidad cristiana. Para mayor beneficio, esta lectura debe hacerse de rodillas, con la cabeza descubierta, y rezando, al menos al final, sobre estos tres temas: 1) reverencia por las verdades contenidas en el capítulo; 2) deseo de tener el mismo espíritu con el que Cristo o los santos les enseñaron; 3) determinación de poner en práctica los consejos o mandatos contenidos en él, así como el ejemplo de las virtudes (Reglas Comunes X,8).

Vincent difícilmente ofrecería este consejo a menos que lo siguiera él mismo. Sí, para cada uno de nosotros, el mejor lugar para descubrir el Cristo de Vicente de Paúl descansa en nuestra atención a la Palabra de Dios bajo la inspiración del Espíritu Santo. Ese mensaje será el centro de mis presentaciones para la comunidad virtualmente reunida en Emmitsburgo.