El desafío que afrontan los jóvenes vicentinos en tiempos de pandemia

por | Sep 28, 2020 | Formación, Reflexiones | 0 Comentarios

A lo largo de los años, la juventud vicentina ha buscado reinventarse a sí misma y adaptarse a los tiempos que viven. Los jóvenes son invitados a asumir su protagonismo y mostrar constantemente lo que es ser católico, lo que es ser un joven vicentino, especialmente en tiempos de grandes transformaciones.

Sabemos que, cuando Ozanam y sus amigos participaban en las llamadas «Conferencias de Historia», Francia atravesaba períodos turbulentos y de grandes transformaciones. Podemos decir que los jóvenes también estaban atravesando entonces grandes transformaciones intelectuales desde el momento en que toda Europa se estaba convirtiendo en el epicentro de los acontecimientos que influirían en el mundo. Y esto, ciertamente, también influyó en los jóvenes vicentinos de esa época para que asumieran su protagonismo.

La juventud de hoy experimenta grandes acontecimientos que, seguramente, serán estudiados en el futuro por otros jóvenes. Podemos decir que estamos viviendo una historia que parece ser cíclica. Es curioso pensar que los problemas sociales que se vivieron en la Francia de Federico Ozanam fueron los mismos que los de San Vicente de Paúl, y son los mismos a los que nos enfrentamos hoy día: hambre, desigualdad, exclusión, abandono. En la actualidad tenemos que añadir también los problemas sociales relacionados con el racismo, la homofobia, el machismo, las desigualdades sociales y otras formas de desigualdad que han surgido con el tiempo.

La pandemia de Covid-19 a la que se enfrenta el mundo nos trae problemas que deberían haberse superado hace muchos años, como es el caso de la sanidad pública. Desafortunadamente, un virus tuvo que aparecer para que entendiéramos que deberíamos ser más solidarios los unos con los otros, que deberíamos estar más cerca de las personas que amamos. Que debemos buscar estar en paz con la naturaleza y con los animales. Hoy día, los jóvenes han demostrado ser más conscientes y más abiertos al diálogo, y más sensibles a la realidad del mundo. Y con la juventud vicentina no puede ser diferente. Es necesario llevar a cabo acciones más allá de las que ya estamos acostumbrados a hacer, y pensar en nuevas perspectivas y nuevas metas a alcanzar. No podemos cerrarnos al mundo cuando el mundo está en un gran proceso de transformación. Necesitamos conquistar espacios, tener una voz más activa y ser conscientes de nuestros derechos y deberes. Es urgente que hagamos esto para no convertirnos en vicentinos tibios.

Recuerda lo que dice en Apocalipsis 3,15-16: «Conozco tu conducta: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Ahora bien, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, voy a vomitarte de mi boca».

Seamos los protagonistas de nuestra generación. Busquemos apoyarnos mutuamente y busquemos amigos que ya han formado parte de nuestra familia vicentina para ayudarnos en este difícil período de pandemia. Es necesario romper nuestro individualismo, olvidar cualquier herida, superar los prejuicios y buscar a esos jóvenes que marcaron la diferencia mientras estaban activos como vicentinos.

Todos cargamos con nuestras flaquezas, tenemos nuestras frustraciones, pensamos que la vida es injusta y que a menudo no tenemos el reconocimiento de aquellos que tanto marcan la diferencia en nuestras vidas. Este pensamiento es un poco egoísta, porque olvida que las personas que marcan la diferencia en nuestras vidas, y que son las más importantes para los vicentinos, son los miembros de las familias a las que auxiliamos. Ellos son los que no sólo reconocen nuestro trabajo, sino que también nos apoyan para que podamos seguir haciendo nuestro trabajo y ayudar a otras personas.

Este pobre joven que les escribe este conjunto de palabras mal emparejadas, que sólo expresan sus sentimientos, y quizás no con un lenguaje demasiado bello, también se alejó por un tiempo de la Sociedad de San Vicente de Paúl (SSVP), también ha tenido frustraciones, y pensó que en realidad no era capaz de marcar la diferencia siendo vicentino. Pero Dios, en su infinita sabiduría, me demostró lo contrario. Hoy puedo decirles que me siento más vicentino que hace 15 años, cuando me uní a la SSVP. Soy un joven menos impaciente, con más experiencia y más motivado para luchar contra las injusticias sociales. Los jóvenes vicentinos deben ser conscientes de lo que causa la pobreza. Deben entender las causas, las razones y buscar, a través de su trabajo como vicentinos, promover acciones dirigidas a la promoción de nuestros hermanos y hermanas más necesitados, para rescatarlos de este círculo vicioso llamado pobreza, que tanto les afecta.

En este período de pandemia, la juventud ha sido animada a estar en vanguardia y a asumir grandes responsabilidades. Sabemos que una mayoría de los miembros de la SSVP son personas que pertenecen al grupo de riesgo; nos corresponde a nosotros, los jóvenes vicentinos, la misión de ir a llevar las canastas de alimentos y atender a las innumerables familias que hoy día necesitan nuestra ayuda y nuestra orientación. Si no hay jóvenes vicentinos en su conferencia o grupo, quizás sea hora de buscarlos entre los jóvenes de la confirmación, hablar con el coordinador de la parroquia para que motive a los jóvenes a ayudar en el trabajo de entrega de cestas, o de visitas —recordando siempre que debemos llevar una máscara, higienizar nuestras manos, guardar la distancia social y hacer las visitas desde fuera de la casa— y que, al final de estas visitas, estos jóvenes puedan ser invitados a hacer otras más.

He aprendido a lo largo de los años que lo que hace a un vicentino es la VISITA A LA FAMILIA EN NECESIDAD. Es en este momento cuando descubrimos nuestra vocación. Si ellos sienten la llamada en su pecho y desean hacer más visitas, al final de la pandemia, tendremos un/a nuevo/a aspirante vicentino/a.

Termino pidiendo al buen Dios, por la intercesión de los beatos Federico Ozanam y Pier Giorgio Frassati —dos jóvenes importantes que asumieron su rol su papel y dejaron un gran legado para nosotros los vicentinos— que nos proteja de todo mal, incluidos los físicos y mentales. Que Dios nos dé la fuerza y el coraje para continuar nuestra misión, firmes y fuertes en la fe.

Consocio Sidney Batista França,
Conferencia de san Pedro, Jacaraípe (Espírito Santo, Brasil),
Coordinador del consejo de juventud del Consejo Central de de Vitória.

Etiquetas: coronavirus

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