“Me ha enviado a llevar la buena noticia a los pobres…“
Is. 51, 7-10 Fil 2, 1; 11; Sal 24; Lc 4, 18-19.
Vicente de Paúl no descubrió a la primera el proyecto que Dios tenía para él; ni pronto fueron Jesucristo y los Pobres su pasión; ni fueron, en un principio la misión y la caridad los ejes de su actuar. Sus fracasos al buscar beneficios económicos; una dura noche de la fe, una falsa acusación de ladrón; es decir, una serie de acontecimientos adversos, lo llevaron a descubrir el propósito fundamental de su vida: La Evangelización y el Servicio de los Pobres.
Este año hemos vivido la gran adversidad de la pandemia del COVID-19 que nos ha despertado de nuestro delirio de omnipotencia y nos ha revelado con claridad que todos somos frágiles. Esto derrumba nuestras seguridades y nos obliga a revisar nuestro estilo de vida y nuestros valores; a vivir una vida más fraterna, más humana, más austera, más atenta a los pobres, más cristiana. Nos abre a la confianza y a la esperanza en el Señor. Él sí puede cambiar nuestros corazones, abrirlos, para ponernos en salida, para ir al encuentro de los más pobres, los más frágiles.
¡No tengan miedo Yo estoy con ustedes!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
María Mares Padilla HC
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