Oración:
¡Oh Dios, Padre amoroso! Que por tu gran bondad nos has llamado a ser Evangelizadores de los pobres, siguiendo los caminos de tu Hijo amado Jesucristo, ayúdanos, con el ejemplo de San Vicente de Paúl, a ser diligentes y audaces ante las necesidades de nuestros hermanos, con un corazón sensible ante los sufrimientos. Concédenos, por tu Espíritu Santo, ser capaces de anunciar, practicar y testimoniar el Reino de Dios en todos los lugares del mundo, para que ninguna periferia se prive del anuncio gozoso de la Salvación.
Que al contemplar a tu Hijo hecho hombre, podamos pasar de la mesa de la Palabra y de la mesa de la Eucaristía a la mesa de los Pobres, para compartir con los demás el Pan de Vida. Danos la capacidad de ser hombres y mujeres que encarnemos una verdadera espiritualidad para responder a los desafíos de hoy, en medio de esta pandemia y sus consecuencias. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén
Padre Nuestro…
Oración a la Virgen:
(De los escritos de san Vicente de Paúl)
Santísima Virgen María ayúdanos a estar dispuestos a practicar las máximas evangélicas, te pedimos que llenemos de ellas nuestro espíritu, llenemos nuestro corazón de su amor y vivamos en consecuencia. Por tu intercesión ya que, mejor que ningún otro, penetraste el sentido de esas enseñanzas y las practicaste. Para esperar que, al vernos aquí en camino de vivir según estas máximas, nos serán favorables en el tiempo y en la eternidad.
¡Oh, santísima Virgen, pide al Señor este favor, pídele una verdadera pureza para nosotros, para toda la familia vicentina! Esta es la súplica que te hacemos. Amén.
Dios te salve…. Gloria…
NOVENO DÍA
San Vicente y la época de la pandemia. Una respuesta con Esperanza
Signo: fotografías de los problemas del mundo de hoy entre ellos la pandemia, pero también las nuevas pobrezas. En el centro la imagen de Jesucristo y San Vicente de Paúl, un cirio encendido y la Biblia. La Frase: “Testigos de la Esperanza, mensajeros de la luz en medio de las tinieblas”.
Canción: Vicente de Paúl en ti vemos a Dios
Iluminación Bíblica: Marcos 1, 40-45
“Se le acerca un leproso suplicándole y, puesto de rodillas, le dice:
«Si quieres, puedes limpiarme.» Compadecido de él, extendió su mano, le tocó y le dijo: «Quiero; queda limpio.» Y al instante, le desapareció la lepra y quedó limpio. Le despidió al instante prohibiéndole severamente: «Mira, no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de testimonio.» Pero él, así que se fue, se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia, de modo que ya no podía Jesús presentarse en público en ninguna ciudad, sino que se quedaba a las afueras, en lugares solitarios. Y acudían a él de todas partes”.
Palabra del Señor.
Escuchemos a San Vicente de Paúl:
“¡Dichosos nuestros hermanos que están en Polonia y que han sufrido tanto durante estas últimas guerras y durante la peste, y que todavía están sufriendo por ejercitar la misericordia corporal y espiritual y por aliviar, asistir y consolar a los pobres! ¡Felices misioneros, a los que ni los cañones, ni el fuego, ni las armas, ni la peste han hecho salir de Varsovia, donde los retiene la miseria de los demás; que han perseverado y todavía perseveran animosamente, en medio de tantos peligros y sufrimientos, por misericordia con los demás! ¡Qué felices son por emplear tan bien este momento de tiempo que es nuestra vida en la misericordia! Sí, este momento, porque nuestra vida no es más que un momento, que vuela y desaparece enseguida. ¡Ay! Mis setenta y seis años de vida no me parecen ahora más que un sueño y un momento; y nada me queda de ellos, sino la pena de haber empleado tan mal esos instantes. Pensemos en el pesar que tendremos a la hora de nuestra muerte, si no utilizamos estos momentos de nuestra vida en ser misericordiosos” (XI, 234).
Reflexión:
Este último día de la Novena, la Palabra de Dios nos invita a centrar la mirada en Jesús, capaz de limpiar las lepras que nos impiden acercarnos con un corazón nuevo a la comunidad. La petición que dirigimos a Dios de librarnos de las enfermedades, de las plagas, de los desastres naturales, etc., se devuelve a nosotros como un grito frenético de Dios que nos pide ser auténticos y verdaderos guardianes de la vida, promoviendo en nosotros el respeto y la tolerancia, el amor y el perdón; verdaderos valores que día a día se ven más como debilidades.
San Vicente de Paúl nos dejó un gran legado; nunca se es tarde para empezar de nuevo, para volver a Jesús, y nunca se es demasiado viejo para responder con generosidad a Dios. Todos somos llamados a ser misioneros, proclamadores de la Buena Nueva de Dios, que nos invita a desarmar los discursos de odio y de venganza que enlodan nuestras relaciones humanas, y empezar con el hisopo de la esperanza a rociar los desiertos donde abunda la muerte y la desolación.
Dios nos ama, pero nos cuesta mucho reconocer esa gratuidad, esa donación sin condición, que nos exige hacer con los demás, lo que Él ha hecho con nosotros: “tener misericordia”. A ejemplo de San Vicente de Paúl, hoy nosotros como cristianos no podemos caer en un pesimismo o en un sin sentido de la vida. La experiencia de fe nos permite ver la realidad con ojos siempre nuevos, se nos quita ese velo de egoísmo que nos impide ver al otro como prójimo, como hermano y redescubrir la alegría de ser hijos de Dios.
Preguntas:
- ¿Qué mensaje estoy dándole a mis hermanos en estos tiempos difíciles?
- ¿Qué enseñanza me dejó esta novena que hoy terminamos y qué aprendimos de nuevo de San Vicente de Paúl?
- ¿Cuáles son mis compromisos para ayudar en la misión evangelizadora de la Iglesia?
Gozos
“San Vicente de Paúl, enciende en nosotros el fuego de la caridad”
Fuego de la caridad, desde el campo a la ciudad,
como campesino o preceptor; de misionero a fundador.
La llama ardiente de tu celo, nos pone en la misión de quitar el velo
a los esclavos y a los afligidos, a quienes damos el Evangelio.
Tus hijos e hijas llevan con pasión tu heraldo,
en el firmamento luz ponderosa de tu amor nos guía
con la fuerza imperativa de amar sin miedo,
a quien sediento por la justicia corría.
En el horizonte nos invitas a fijar mirada,
amor efectivo reclaman los pobres;
que sea nuestra caridad inventiva y cimentada
para dar a Cristo en la tierra un mundo sin distinciones.
Padre de los pobres, predicador infatigable
del celo por las almas compártenos ejemplo;
para dar a los pobres testimonio fiable
que conduzcan al hombre a verdadero templo
¡El pueblo muere de hambre y se condena!
Urge llevar el pan con justicia,
que sólo por nuestro amor
los pobres nos perdonarán.
¡Oh Vicente de Paúl! Que no se halle en nosotros
un amor que sea subjetivo, ¡donativo debe ser!,
con el esfuerzo de nuestro brazos,
y en la frente el sudor, para dar a conocer al prójimo
el amor de nuestro Dios.
Misión y Caridad son las alas
que te llevaron al cielo,
a tu entrada, pobres y ricos te esperaban.
Gozosos tu hijos, mientras Cristo te coronaba
de laureles y santidad, padre y apóstol,
la Iglesia en ti se reflejaba.
Oración final al corazón de san Vicente de Paúl:
Oh Corazón de San Vicente que sacaste del Sagrado Corazón de Jesús, la caridad que tú derramaste sobre todas las miserias morales y físicas de su tiempo, alcánzanos de jamás dejar pasar a nuestro lado miseria alguna sin socorrerla.
Haz que nuestra caridad sea respetuosa, delicada, comprensiva, efectiva como fue la tuya. Pon en nuestros corazones una fe viva que nos haga descubrir a Cristo sufriente en nuestros hermanos desventurados.
Llénanos del celo ardiente, luminoso, generoso que jamás encuentre dificultad alguna en servirlos. Te lo pedimos, oh Corazón de Jesús por la intercesión de aquel, cuyo corazón no latía ni actuaba más que por impulso del tuyo. Amen
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