Desde el año 2003, la Asociación de la Medalla Milagrosa de San Salvador, ha sumido con responsabilidad la misión de llevar en peregrinación de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa. Año tras año, durante el mes de mayo y algunos días de junio, la imagen de la Virgen peregrinaba de comunidad en comunidad de la parroquia San Jacinto y algunas colonias aledañas. En cada visita se rezaba el rosario o se compartía un tema, entre ellos: encíclicas, documentos del Vaticano II, la vida de santos de la Familia Vicentina, reflexiones de la Iglesia y las distintas manifestaciones de la Virgen, en especial a santa Catalina Labouré.

Pero este año ha sido diferente.

En el 2020 no vimos la alegría de los recibimientos, los fuegos pirotécnicos y los cantos de bienvenida. En este año no pudimos compartir una bebida, un pan, un café o un chocolate caliente, tomado con verdadera solidaridad y fraternidad. Este año no nos vimos las caras, nos faltó el abrazo mariano y el compartir nuestras experiencias cara a cara; pero eso no impidió que la Virgen llegase a las comunidades y a los hogares.

Este año la Virgen llegó a todos de manera virtual, utilizando diferentes medios y redes sociales. El objetivo se mantuvo: alimentar nuestra fe, mantener viva nuestra esperanza y motivarnos a practicar la caridad.

Así, desde el primer al último día de mayo, se rezó el rosario desde cada casa que se dispuso a compartir su experiencia. Se oró por cada familia, comunidad, por los médicos, enfermeras, sacerdotes, hijas de la caridad, laicos, religiosos y en fin por cada persona que expresa su devoción por Nuestra Madre Milagrosa.

Tuvimos momentos alegres y también tristes, como el día que falleció una hermana de la parroquia, cuando le cayó un muro por las lluvias. Aquí lo más importante fue sentir la unidad, la solidaridad y el deseo de salir adelante en medio de la crisis.

Nuestra Madre nos siguió animando, y hemos tomado la firme decisión de seguir adelante en la difusión de nuestra devoción y la motivación para practicar la caridad con el que tenemos a nuestro lado.

¡Oh María sin pecado concebida rogad por nosotros que recurrimos a ti!

Julio Adolfo Castellanos