Bendita pandemia que nos ha permitido vicentinizar al mundo. Así veo este momento de gracia y de expansión que el Señor está regalando a la Familia Vicentina; y ante esta realidad, quiero adentrarme al Evangelio de Lc 5,1-11.

“Lleva la barca mar adentro y echen sus redes”

La barca de la Familia Vicentina, en este tiempo de pandemia, ha escuchado y obedecido a esa voz susurrante del maestro de Galilea que la ha invitado a llevarla mar adentro porque allí está su llamado, llamado a no quedarnos a la orilla del mar de la evangelización. La Familia Vicentina no solo llevó la barca mar adentro, sino que también ha echado las redes para pescar a pesar del cansancio de aquellas noches de soledad, noches de abandono de algunos de sus miembros, noches de traición, noches de críticas, noches donde se ha pensado que nada tiene sentido, noche donde en medio de esa oscuridad se ha tenido la tentación de dejar la barca junto con su misión. Después de una noche oscura, hay un amanecer donde aparece Jesús lanzando el reto de navegar mar adentro por encima de esas experiencias nocturnas y es allí donde se da la pesca milagrosa que hoy estamos viviendo juntos como hijos de San Vicente de Paúl.

“Entonces hicieron señas a sus compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a ayudarlos”

Hoy este pasaje evangélico cobra una vigencia fascinante en la barca de la Familia Vicentina, ya que los miembros de dicha barca hacen señas por medio de la oración y la respuesta a esta oración hace que no solo surja una barca en este mar, sino 13 barcas o confraternidades para ir llenando las mismas de pescados grandes y dispuestos a ser comidos por aquellos donde llevaremos el mensaje de salvación desde nuestra realidad vivida en cada una de las 13 confraternidades.

Dios ha sido fiel y bueno con la Familia Vicentina, y cada uno de los miembros de las 13 confraternidades está siendo un engranaje valioso en las mismas ya que los aportes de cada uno, es una red para que la pesca siga creciendo en el transcurrir de los días; te comparto que yo soy uno de esos pescados que han entrado con mucha alegría a la red lanzada por estos hermanos y me siento orgulloso de estar dentro de 3 de las 13 barcas que apoya a la Familia Vicentina en esta pesca milagrosa.

No puedo pasar por alto el aporte de la hermana Mercedes Cubilete, oriunda de República Dominicana y que el Espíritu Santo ha puesto en su corazón y en su bolígrafo una canción “Vicentinizando el Mundo”, donde nos llama a hacer vida el carisma vicenciano en nuestro metro cuadrado de cada día. Rescato algunos párrafos de lo que esta hermana de la Confraternidad de Músicos Vicentinos nos regala y han impactado mi vida misionera:

“Vicentinos de corazón”

Me causa tanta gracia leer esto y me doy cuenta que es parte de la confirmación del llamado que el Señor me hace a la Familia Vicentina porque este es uno de mis hashtags cuando publico en mis redes sociales desde mucho antes de ser miembro de la Familia Vicentina.

“Dadme un hombre de oración y será capaz de todo”

Aquí está el centro de todo lo que está pasando en esta expansión, la oración incesante de cada uno de los miembros de las confraternidades, oración que se eleva como incienso a la presencia de Aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable y a ser luz en medio de las gentes.

Te invito a ti que lees este artículo, si no te has sumado, a que te sumes a una de las confraternidades y así juntos vicentinicemos al mundo con la ternura del amor misericordioso de Dios; amor que experimentó San Vicente de Paúl en los pobres que hoy son nuestros amos y señores.

Desde nuestra Confraternidad de Músicos Vicentinos, te regalamos esta canción para que la escuches y la medites, además que se convierta en el himno que nos une a cada una de las 13 barcas para apoyar a la barca de la Familia Vicentina a cumplir la misión encomendada por Jesús de Nazareth.

Unidos en San Vicente de Paúl,

Eduardo Adames
Confraternidad de Músicos Vicentinos
eadames0306@gmail.com