Acuerdo y desacuerdo en la Iglesia

por | Sep 3, 2020 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 Comentarios

Jesús está en medio de los que nos reunimos en su nombre.  Por él nos ponemos de acuerdo unos con otros y con nuestro Padre del cielo.

Basta con que dos se pongan de acuerdo, que dos o tres estén reunidos….  Así que, en primer lugar, no hace falta una «megaiglesia».  Ni es necesario, en segundo lugar, que los dos o tres sean de cierta condición o con rasgos particulares.

Sí, vale más la calidad que la cantidad.  Claro, una gran mies requiere obreros, «pero obreros que trabajen» (SV.ES XI:734).

También los dos o tres pueden ser clérigos o laicos, blancos o negros, varones o hembras.  Pueden ser jóvenes o ancianos, adolescentes o adultos, pobres o ricos.  Pues lo solo y sobre todo importante es que estén ellos reunidos en nombre de Jesús.

Reunidos, se no asegura que estará Jesús en medio de nosotros.  Y se nos asegura además que si nos ponemos de acuerdo, estará de acuerdo también su Padre del cielo.  Por lo tanto, Jesús será, a la vez, el «Sí» de Dios y nuestro «Amén» (2 Cor 1, 20).

¿Estamos de acuerdo o nos querellamos?

Pero aun los reunidos en nombre de Jesús nos preguntamos:  ¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?  Pues nos pueden surgir también las reyertas, las dudas y las desilusiones (Éx 17, 7; Jue 6, 13).

No, los católicos no nos ponemos de acuerdo muchas veces.  Para demostrar esto, basta con que se cite el asunto Leatherby.  Pero aun cuando hay desacuerdo, podemos, cuando menos, estar de acuerdo en estar de desacuerdo.  Esto es posible (véase el elogio del arzobispo Jesús Dosado, C.M.).

Pero si hay que superar el desacuerdo, el acuerdo de los pobres puede servir de punto de acuerdo.  Después de todo, se lo fue a Pablo, por un lado, y a Pedro, por otro (Gál 2, 10).  Y a san Vicente y a santa Luisa; aunque comenzaron opuestos, iguales terminaron.

Y mejor punto de acuerdo no puede haber, si creemos en la declaración de misión de Jesús.  Si contemplamos al Hijo del Hombre.  Él nos juzgará benditos o malditos a base solo de una cosa.  A base de lo que hagamos o no hagamos con sus más pequeños hermanos y hermanas.

También codearnos con Jesús es brindarnos la esperanza de ser nuevos otra vez.  Él y los más pequeños nos abrirán los ojos para conocer que somos los que tenemos más necesidad de la misericordia de Dios (Freund; O’Donnell).  Tal conocimiento nos llevará a aceptar con humildad y alegría las correcciones fraternas.  A cumplir la ley entera por amar al prójimo.

Señor Jesús, nos llamas a tu Cena, la reunión más excelente en tu nombre.  Concédenos estar de acuerdo en nunca dejar a nadie pasar hambre (1 Cor 11, 21).  Que seamos del pequeño grupo que llamas.  Pues más por su fidelidad se llevan a cabo tus obras que por la multitud de obreros (SV.ES III:60).

6 Septiembre 2020
23º Domingo de T. O. (A)
Ez 33, 7-9; Rom 13, 8-10; Mt 18, 15-20

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