“¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida?”
Jer 20, 7-9; Sal 62; Rom 12, 1-2; Mt 16, 21-27.
El domingo pasado veíamos cómo Pedro, movido por el Espíritu Santo, reconocía a Jesús como Mesías y cómo Jesús le daba la misión de cuidar de su iglesia; continuando el pasaje, hoy Jesús les anuncia a los apóstoles que tendrá que padecer, morir y resucitar. Pedro, movido por el amor a su maestro, pero pensando humanamente, se niega a que sufra y Jesús lo reprende.
El amor es lo más bello que existe y Jeremías nos recuerda hoy cómo Dios nos seduce con su amor y nosotros nos dejamos seducir; por su parte Pablo nos dice que debemos discernir la voluntad de Dios siempre, aunque a veces parezca difícil y dolorosa.
Esto me recuerda a todo el personal de salud, en especial médicos y enfermeras, que durante la pandemia han tenido que vivir momentos difíciles para poder dar vida a otros, aun poniendo en riesgo la suya propia.
Gracias, Padre, por el amor y la generosidad de nuestros hermanos; bendícelos y sigue protegiéndolos, y danos la fuerza, el valor y la alegría de tu Espíritu para ser, también, generosos y cuidar la vida de nuestros hermanos..
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Patricia de la Paz Rincón Limón
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