“Alégrense los cielos y la tierra”
2 Tes 2, 1-3. 14-17; Sal 95; Mt 23, 23-26.
Los papás demuestran su amor por sus hijos con cariños, acciones, regalos… esa es la parte linda. Pero la corrección también es una manera de amar y ésa no nos agrada, pero nos ayuda a crecer.
Dios es el mejor Papá y nos ama tanto, que mandó a Jesús para salvar a todos. Por ello, Jesús hoy habla fuerte a los escribas y fariseos (los que deberían conocer mejor a Dios), que están tan ciegos y espera que reaccionen y vean que han perdido el rumbo: cuidan los detalles (que sin duda son importantes) pero olvidan lo esencial.
¿Cuántas veces nos pasa a nosotros lo mismo? Muchos maestros se preocupan tanto por el aprendizaje de sus alumnos, que llegan a olvidar que en sus manos tienen no sólo el cerebro de un niño, sino una persona con sus propias limitaciones y problemas; o los papás se preocupan por dar lo mejor a sus hijos porque los aman, pero olvidan darles su tiempo, escucha, compañía.
Ven Espíritu Divino y quítame la ceguera que me esclaviza y me impide vivir y amar en plenitud. Déjame ver a través de tu mirada para descubrir dónde he perdido el rumbo y me he comportado hipócritamente. Que con tu ayuda vuelva al camino.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Patricia de la Paz Rincón Limón
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