Los estudiosos nos dicen que un tercio de las enseñanzas de Jesús en los Evangelios nos llegan a través de parábolas. Una conocida descripción de una parábola propone:
«En su forma más simple, una parábola es una metáfora o símil extraído de la naturaleza o de la vida común, que atrapa al oyente por su vivacidad o novedad, y deja a la mente con suficientes dudas sobre su aplicación precisa para provocarla en el pensamiento activo». C. H. Dodd (Parables).
En otras palabras, Jesús se propone que estos cuentos gráficos cortos nos hagan pensar. Me gusta esa idea y explicación. Como a todos nosotros, me gustan las historias, las imágenes coloridas, y el estímulo para involucrarse. Sobre todo, aprecio la oportunidad de aprender tratando de ver algo de la manera que el Señor lo hace, siempre con la esperanza de que se convierta en mi manera natural de ver las cosas.
La parábola de este domingo pasado atrajo mi atención. Así como Jesús explicó el significado del Sembrador y la Semilla (la semana pasada), y así como lo hará para la parábola del próximo domingo sobre la red lanzada al mar, así también destapa esta historia de la Cizaña y el Trigo. Escuchen de nuevo cómo comienza la historia:
«El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras su gente dormía, vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo…”
Más tarde, Jesús explica el significado de esta historia como un reflejo de la forma en que el bien y el mal existen juntos en nuestro mundo. Así permanecerá hasta el final de los tiempos, cuando se produzca la separación. Al final del pasaje, recibimos una advertencia: «El que tenga oídos, que oiga». Yo también recibo esa invitación: ¿Estoy escuchando?
Entre las lecciones de esta parábola están nuestra libertad y el significado de nuestras vidas. ¡Es importante la forma en que elegimos vivir! Eso parece obvio. Las decisiones que tomamos sobre a quién servimos y lo que valoramos son importantes, podemos ser trigo o cizaña. La «buena semilla» nutre a los demás. La «mala semilla» es inútil y no ofrece vida.
Sin embargo, escucho la parábola que permite la conversión. Los ángeles no recogerán la cizaña y el trigo para almacenarlos o quemarlos, hasta el final. ¿Puede la cizaña convertirse en trigo o incluso el trigo en cizaña? La historia está llena de relatos maravillosos de arrepentimiento y conversión (¿No sugieren estos elementos las vidas de Vicente y Luisa?). Sin embargo, el pasado también contiene historias de olvido y complacencia. Necesitamos continuar confiando en la gracia de Dios y responder a la llamada a la fidelidad de principio a fin.
¿Piensas que eso es una amenaza? No lo es. La promesa de Jesús nos llama: «Vivan bien, cuídense unos a otros, amen a Dios, y planeen venir al cielo para estar conmigo». Tenemos oídos, ¡atendamos esa llamada! Es una tarea para toda la vida.
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