Ayer, sábado, 20 de junio, se anunciaron los ganadores del presigioso Festival de Cine de Beverly Hills. El documental «Opeka», sobre la vida y la obra de Pedro Opeka, misionero de la Congregación de la Misión en Madagascar, ha ganado la Palma de Oro de dicho festival. El Festival de Cine de Beverly Hills está considerado uno de los festivales de cine más exclusivos e influyentes a nivel mundial.
La Oficina de Comunicaciones de la Congregación de la Misión contactó con Cam Cowan, director del documental, para entrevistarlo y averiguar más sobre su obra. La entrevista, que pone de relieve la pasión del director por los derechos humanos y la lucha contra la injusticia, se puede leer a continuación.
¡Estamos seguros que les encantará esta perspectiva del carisma vicentino!
¿Cómo surgió la idea de hacer un documental sobre el Padre Opeka?
Conocí al Padre Pedro en el mes de agosto de 2014, cuando estábamos en la etapa de producción de “MADAGASIKARA”, nuestra película documental sobre las dificultades políticas, económicas y sociales de Madagascar. Yo estaba en lo alto de una veta de una cantera en Antananarivo, la capital de Madagascar, porque me interesaba hacer unas grabaciones allí. Desde abajo, salió una joven cargando con una cesta llena de piedras rotas, en su cabeza y un bebé en la espalda;y le pregunté dónde vivían los empleados de la cantera. Me contesto: la mayoría vive en las inmediaciones de la propia cantera;pero algunos viven ahí, arriba, señalándome un punto distante, en la ladera de una gran colina. Allí vi filas y filas de edificios blancos y relucientes. Había estado por todo el país, pero no había visto un panorama tan mágico en ningún otro lugar de la isla.
Le pregunté qué eran esos edificios y me respondió, eso es Akamasoa. Así mismo le pregunté qué era Akamasoa, y pareció sorprenderse de que no lo supiera. Sonriendo, me dijo: ¡Eso es del padre Pedro!
Hice alguna investigación sobre este padre Pedro, tras las cuales entendí que quería entrevistarlo para “MADAGASIKARA”. Dos meses después, fuimos en coche hasta Akamasoa y preguntamos si podíamos ver al padre Pedro. Él acababa de volver de un agotador viaje para encontrar fondos en Europa y estaba muy serio.
Le dije que estaba haciendo una película para que, en Occidente, se conociera el verdadero Madagascar. Quería contrarrestar las imágenes creadas por las películas de animación y documentales de Hollywood, en la que se centraban en el medio ambiente, y explorar las vidas de la gente real en la que, en aquel momento, era la nación más pobre del planeta, donde el 93% de la población vivía con menos de 2 dólares por día, la mitad de una población de 24 millones de personas eran niños y la mitad de esos niños estaban gravemente malnutridos.
Le dije que mi investigación había revelado que Madagascar había sido maltratada por las fuerzas políticas nacionales e internacionales (incluido mi propio país, los Estados Unidos) y quería que la gente entendiera el impacto devastador que esas acciones habían tenido, y seguían teniendo, en Madagascar y su gente. Tras mi explicación, con una amplia sonrisa que salía de detrás de su enorme barba blanca, me dijo, “¿Cómo te puedo ayudar?”
Durante las siguientes grabaciones en Madagascar, el Padre Pedro amablemente nos permitió entrevistarle como uno de los expertos de la película que explicaban las condiciones del país. Aparece brevemente en “MADAGASIKARA”.
Y así es como pude conocerle mejor, compartiendo comidas en las que insistía que le acompañáramos, viéndole celebrar la misa para miles de malgaches (no sólo de Akamasoa sino de todas las partes de la zone y de toda clase de gente), viajando por los pueblos, conociendo a la gente de la comunidad de Akamasoa y aprendiendo la fascinante historia de su vida.
Pronto me di cuenta de que quería hacer un documental sobre el Padre Pedro. Ya ha habido documentales y libros hechos sobre él, pero sabía que no se le conocía demasiado en el mundo, sobre todo, en Norteamérica. Y quería cambiar eso, a través de una película de calidad que se centrara en su vida y sus extraordinarios objetivos alcanzados como filántropo.
¿Por qué? Porque es una de las personas más interesantes que he conocido nunca. Tiene una personalidad desbordante. Es una fuerza de la naturaleza que dejó pasar la oportunidad de ser futbolista profesional en Argentina para dedicar su vida a la justicia social para los más pobres del planeta. Y ha demostrado con acciones (audaces y apabullantes) que la pobreza no es inevitable, ni algo del destino.
También comprendí que esta historia sería una perfecta compañera publicitaria para “MADAGARASIKARA”. Esa película trata sobre la supervivencia, mientras que “OPEKA” trata sobre la esperanza. Mi intención es que las dos películas tendrán un impacto sobre el problema y las soluciones de la pobreza, más allá de Madagascar.
¿Cuánto tiempo pasó con el Padre Opeka para saber lo que quería contar y cómo hacerlo en su documental?
Supe enseguida lo que quería contar en la película. Hace poco tiempo me pidieron que describiera al Padre Pedro. Mi respuesta fue: “Poderoso. Sin miedo. Brillante. Genuino”. Quería dar a conocer esas cualidades. También, quise centrarme en él, como un hombre rico de amor por el prójimo, que da importancia a la educación, al trabajo duro, la salud y la dignidad, y que está consiguiendo algo extraordinario para otros con un gran sacrificio. No sólo se atreve a decir la verdad sobre las élites políticas, sino que acompaña sus palabras con un impresionante ejemplo de cómo se puede aliviar la extrema pobreza en su país.
Era importante también, presentarle como una persona íntegra, e intentar huír de una película que fuera adulación de un héroe. Si había imperfecciones, quería que se vieran. Si existían opiniones que podían resultar espinosas, quería que se oyeran. No es un superhéroe haciendo cosas de superhéroe. Es un ser humano haciendo algo extraordinario, y queríamos que su historia inspirase a otros intentar ayudar a los otros de un modo significativo.
Todas estas consideraciones son las que me llevaron a titularla “OPEKA”. No quería ponerle “Padre Pedro” con un subtítulo sobre ser amigo de los pobres o algo así. Quería que el título fuera tan poderoso como él y capturara toda la personalidad de la persona. Un eslogan no puede hacer eso. “OPEKA”, creo, sí que lo consigue.
El cómo contar la historia, sí me llevó mucho más tiempo. Mucho más. En una película en la que haces un perfil como éste, normalmente el director logra que las personas, bien conocedoras del sujeto, sean las relatoras de su historia. Yo quería hacer algo diferente. Anhelaba que el espectador estuviera con el Padre Pedro en su viaje de su cincuentenario en Madagascar, e incluso más, en su juventud en Buenos Aires. Después de algunos meses de conseguir la verité y lograr un metraje de archivo decidí con este fin, la mejor forma de estar con el Padre Pedro en su extraordinario viaje: ser él mismo el narrador de ese viaje. No obstante, pese a que él puso bastante resistencia, le persuadí para que me dejara entrevistarle con la cámara a fin de capturar su historia completa, desde la vida de sus padres, en la Eslovenia, la posguerra, hasta el presente. Pasamos semanas entrevistándole en un pequeño estudio, en sesiones de 3 o 4 horas, y a él no le gustó nada la experiencia. Detesta hablar de sí mismo, y prefiere referirse mucho más ampliamente a los niños, la pobreza y la política nacional y global. Así, una de las cosas, de la que me siento más orgulloso del rodaje es la de haber podido persuadirle para seguir con las entrevistas.
También quería usar algún tipo de sistema para representar el acompañar al Padre Pedro en el viaje narrado por él, y como pasamos tanto tiempo en el coche mientras nos llevaba por Antananarivo y lo contaba todo, nos dimos cuenta, durante la edición, de que conducir el camión era el “vehículo” perfecto para narrarlo. Nuestro poster oficial para la película intenta transmitir esta idea.
¿Cómo reaccionó el Padre Opeka cuando se le preguntó si podía hacerse un documental basado en su experiencia en Madagascar?
Al principio, se resistió. En su vida se ha dedicado completamente a los demás, y no le gusta hablar de sí mismo, sobre todo, en relación con sus pensamientos y experiencias privadas. Pero, creo que fui capaz de persuadirle de que sí podíamos hacer una película de calidad para la audiencia occidental, que llegara a lugares como Norteamérica, donde su trabajo no es tan conocido, siendo una oportunidad de conseguir fondos para Akamasoa. Recuerdo que, al final dijo; -si puedo ayudar a los niños, lo haré. Todo, para él, es ayudar a los niños.
Más tarde, sin que el Padre Pedro lo supiera, nuestra Productora (Sohei Productions) estableció una Organización caritativa en EEUU dedicada a proporcionar ayuda a los niños de Akamasoa: “MadaKids.org. Mientras “MADAGASIKARA” estaba en el circuito de festivales de cine, fuimos capaces de conseguir decenas de miles de dólares en EEUU y mandarlos a Akamasoa.
Ahora, que ya tenemos la fecha de estreno al público, prevista para finales de junio, y con “OPEKA” en el circuito de festivales de cine, esperamos ganar mucho más dinero. Hay organizaciones similares en muchos otros países que se dedican a conseguir dinero para Akamasoa, y esperamos que la película sea una ayude en estos esfuerzos.
¿Cuáles fueron los momentos más difíciles cuando rodaba el documental y cómo los superó?
Hubo algún que otro momento difícil. Uno, como ya se ha dicho, fue simplemente convencerle de que nos dejara hacer el documental. Tuve también que decirle que, como director, éticamente no podía dejarle decidir lo que iba o no iba a escribirse en la película, y que yo tendría que tomar las decisiones. Sabía que el Padre Pedro se tendría que fiar de mí. Sería el primer documental sobre él que se distribuyera en Norteamérica, y probablemente iba a definir su historia vital y su trabajo, creando Akamasoa. Afortunadamente, gracias a nuestro tiempo filmando “MADAGASIKARA”, creo también que por un estudio minucioso de riesgos y beneficios decidió confiar en nosotros.
Durante la filmación, hubo un momento difícil en un mercado de Akamasoa. Estábamos grabando al Padre Pedro mientras andaba por un mercado hablando con gente; y de repente, se le acercó una mujer ebria. Fue muy incómodo para el equipo de grabación, y la gente del mercado se estaba descontrolando; pero, el Padre Pedro solucionó el conflicto con mucha compasión y contención. Ese momento está grabado para la película.
Lo más difícil, sin embargo, fue presenciar lo que el Padre Pedro vive cada día. Fue difícil. Fue duro para nosotros el caminar con él por la ciudad cercana a Akamasoa, ya que el humo acre del quemado de basuras nos envolvía y agredía nuestros sentidos. Observamos gente, familias en su mayoría descalzos, cavando para encontrar piezas de ropa, plástico y metal para vender.
Fue muy doloroso, también, ver los funerales que se celebraban frecuentemente, sobre todo los de los jóvenes. El Padre Pedro sabe que su trabajo no está hecho todavía.
Sin embargo, estos momentos difíciles quedan tapados por los momentos alegres que experimentábamos cada día. Akamasoa es, en cierto modo, un oasis en una tierra empobrecida, y fue un privilegio presenciar la alegría natural de los rostros de los niños de allí, y su expectación ante una vida educada y saludable.
¿Qué ha significado esta experiencia de filmación con el Padre Opeka como director y como persona?
Como director, sabía que se suscitaba una tensión entre mi deseo de hacer un film honesto y tener tanta admiración por el Padre Pedro, y debía recordarme continuamente a mí mismo cuál era mi misión. Es difícil estar en su presencia y no quedarse cautivado, y es difícil presenciar lo que ha logrado y no quedarse sin palabras. Intenté no alabarle a él y a su trabajo para reconocer sus méritos como un ser humano completo. Espero haberlo conseguido. Sospecho que habrá momentos en la película que al Padre Pedro no le gustarán o que preferiría que no estuvieran incluidos, y si es el caso, entonces probablemente lo he conseguido. En este proceso, dada la prueba a la que me sometía, creo que he salido aún más comprometido en la labor de relatar una historia honesta en una película.
Como persona es más difícil de expresar. Como el Padre Pedro, me resisto a revelar mis emociones, pero lo intentaré. Puedo decir que no soy una persona devota. Me centré en el Padre Pedro como una persona humanitaria, no como un misionero católico. Una vez, durante una comida, me preguntó si rezaba, y yo le respondí que no. Posteriormente dijo que seguramente rezaría a mi manera. Creo, que le comenté algo frívolo sobre la espiritualidad. Diré esto: al estar en su presencia y sentir su pasión por la justicia, al ser testigo de su dura lucha por sus “hermanos y hermanas”, al oír hablar de su profunda e inquebrantable fe, y al ser testigo del poder colectivo creado por sus misas épicas, probablemente me acerqué a la energía de Dios tanto como puede hacerlo alguien como yo.
¿Podría compartirnos alguna anécdota sobre el documental, algo que la cámara no ha captado y que le gustaría compartir con la audiencia de nuestra Congregación?
A finales del año 2015, el Padre Pedro vino a EEUU para recibir el Premio “Spirit of Service” de la Universidad St John’s. Mi esposa y yo fuimos a la cena de los premios, y, días después visité al Padre Pedro, mientras él estaba alojado en el Campus de St John’s. Hicimos un tour por este lugar, y cuando llegamos al campo de fútbol, uno de los guías, que debía conocer su pasado futbolístico, le preguntó si quería chutar algunos goles.
El campo estaba hecho de césped artificial, y parecía ser la primera vez que había estado en esa superficie. Se quitó los zapatos, y empezó a hacer un poco de calentamiento mientras el guía iba a buscar un balón de fútbol. Cuando terminó, el Padre Pedro me dijo: – Cam, ve la portería. Él y yo ya habíamos desarrollado una competencia en broma, así que, por supuesto, dije que lo haría. Había jugado al fútbol en mi juventud y sentía que podía evitar que marcara.
Colocó el balón en el exterior del área de penalti, a 18 metros de la portería. Me miró y dijo, “Cam, lo siento. Lo siento.” Entonces empezó a dispararme la pelota con los pies. Ya sea con el pie, izquierdo o derecho, las bolas seguían viniendo hacia mí a velocidades intensas. Y los estudiantes de la zona comenzaron a reunirse y a observar, porque escucharon el chasquido de sus pies de media golpeando la pelota y vieron a un hombre con un traje gris con una melena de pelo blanco y una gran barba blanca dando la patada. Pude mantener la mayoría de los balones fuera de la portería, pero mis manos sin guantes estaban en llamas por el poder de sus patadas al balón.
Luego, descansó un momento, volvió a poner el balón fuera del área y repitió: Cam, lo siento, lo siento. Entonces, empezó a tirarme balones bombeados en un arco perfecto, fuera de mi alcance y dentro de la portería; y, en todo momento, con el aplauso del público.
A finales de 2019, quise grabarle chutando goles en Akamasoa, así que le reté a repetir lo de aquel día en St. John’s. El resultado fue más o menos el mismo; salvo, que esta vez, incluso con guantes de portero, quedé con un dedo lesionado que tardó semanas en curarse.
Me gusta esta anécdota personal, porque deja ver que el Padre Pedro es muy competitivo, aún es atlético; y le gusta jugar y divertirse; cosas que pueden no verse en el documental.
En nuestra película, el Padre Pedro hace referencia al campo de St. John’s. No voy a decir nada más para no arruinar la escena. En el tráiler de la película, además, tenemos clips del Padre Pedro, donde aparece chutando balones, en ese día de 2019; además viste la camiseta del equipo nacional argentino.
Pensamos en su anterior documental, “MADAGASIKARA”. En esa producción, prestó especial atención a los derechos de los marginados, a la lucha por conseguir esos derechos y, sobre todo, a la esperanza. ¿Cómo se sigue tratando esos asuntos en OPEKA?
En “MADAGASIKARA”, seguimos la vida de tres mujeres malgaches fuertes; así como de sus familias, representantes del 90% de la población del país, que lucha por sobrevivir. Para mucha gente, es un documental incómodo de ver, porque intentamos presentar el Madagascar “real”, y no una historia construida artificialmente con un final feliz, irreal en el tercer acto. Una crítica del film dice que “el film está tan libre de exposición manipulada o de imágenes que busquen explotar las emociones. Esta es la realidad: una observación cruda y sin filtro que nos muestra un pueblo que encuentra y define en los momentos más oscuros, lo que significa ser humano al despojarse de todo lo que la mayoría de la gente da por sentado”. (David Duprey, That Moment In, 24 de mayo de 2020).
Su perseverancia, resistencia y dedicación a sus niños frente a obstáculos aparentemente insuperables es la esperanza que se transmite en la película: “No son mujeres indefensas, ni poco inteligentes, ni que busquen compasión. Han forjado lo que parecería una fortaleza imposible en un tiempo y lugar donde la vanidad parece nacer a cada momento”.
En “OPEKA” se critica el hecho de que el gobierno no haya abordado la extrema pobreza del país y no haya proporcionado a la población alimentos, agua, vivienda, salud y educación adecuados. Pero la mayor parte de la película trata de las acciones – acciones concretas – tomadas por un hombre para restaurar esos derechos donde el gobierno ha fallado.
A nivel social, queremos que esta historia transmita que la pobreza extrema no es inevitable. Queremos que nuestro público vea que de las peores condiciones posibles – un basurero mortífero – una ciudad brillante en una colina puede surgir y proporcionar esperanza y dignidad y convertirse en la origen de niños educados y capacitados que algún día podrían salvar a su propio país.
A nivel individual, queremos que esta historia nos inspire a cada uno de nosotros – en cualquier parte del mundo – para tratar de ser mejores. El ejemplo de Pedro Opeka es poderoso. El tema de su vida, en sus palabras de que “la justicia debe ser la base de todas nuestras acciones”, es instructivo e iluminador. Pero es el poder de su voluntad de hacer justicia lo que esperamos haber transmitido. El poder de su voluntad puede inspirarnos a todos.
Fuente: https://cmglobal.org/
Admiro tanto al Padre Opeka! Sus noticias me llegaron como cualquier otro meme, hashtag o lo que sea y me prendió para siempre. Con él aprendí que en mi país se podrían hacer muchas cosas dignas para los pobres, sin utilizarlos políticamente. Qué lástima no haber valorado a este argentino en Argentina!