Mi nombre es Delmy Castro, soy Enfermera, actualmente jubilada. Tengo 44 años de casada y soy madre de dos hijas y de dos hijos. Pertenezco a la Conferencia “Nuestra Señora de Guadalupe”, de El Salvador, misma quien tiene a su cargo el Hogar de Ancianos Ramón Meléndez en San Salvador, El Salvador. Es ahí donde he brindado mi servicio desde hace 15 años.

En una ocasión, la Conferencia “Camino de Amor”, de Antigua Guatemala, nos invitó a uno de los retiros espirituales que ejecutan de manera frecuente con nosotros. Estos retiros constituyen uno de los momentos que más disfruto dentro de dicha Conferencia. Ante la emoción de la noticia, procedí a contarle a mi compañera y amiga de trabajo, Tony, con quien compartí muchas experiencias laborales, personales y espirituales. Ella me dijo: “Delmy, me trae algo de ese retiro. Aunque sea una flor”.

El retiro fue en el Convento San Juan Obispo de Antigua Guatemala. Ahí había una capilla exclusiva y acogedora; aquel ambiente de paz era irradiado por la luz del Santísimo al fondo. Al lado del Santísimo, había un florero con unas bellísimas flores blancas. En ese momento pensé en aquella flor que Tony me pidió, y no dudé que una de esas era la ideal para ella. Sin más, tomé una.

Al día siguiente que llegué a mi trabajo, le llevé la flor a Tony y le dije: “Aquí le traigo la flor que me pidió. Y no es de cualquier parte, ¡Es del Santísimo!”. En ese momento nos miramos fijamente. Comencé a sentir la presencia viva de Jesús y sentí como si Jesús le mandaba esa flor a Tony. Sentí que Jesús sabía que a Tony le gustaban las flores blancas. Así que le agregué: “Jesús se la manda”, luego la entregué en sus manos.

De manera espontánea, las dos comenzamos a llorar de emoción al sentir la presencia del Señor. ¡Fue una experiencia maravillosa sentir a Jesús vivo! Este tipo de experiencias son difíciles de contar porque sólo quien las vive las entiende mejor.

He de confesar que las experiencias vividas dentro de la Conferencia a la que pertenezco y el participar con otras más, me ha ayudado a enriquecer mi espíritu y me ha permitido descifrar las diversas maneras de servir.

Delmy Edith Castro de Granados