“No me buscan por los signos que han visto”
Hech 6, 8-15; Sal 118; Jn 6, 22-29.
La gente que había sido saciada milagrosamente por Jesús lo buscaba y éste parecía huir de ellos, porque querían proclamarlo rey.
Jesús no quiere que lo busquen como una solución fácil a su hambre de pan, sino por los signos del Reino, que está llegando.
Darles de comer gratis todos los días llevaría al hastío del pan y pescado, como le sucedió al pueblo de Israel con el maná en el desierto. El hombre necesita trabajar por su pan para dignificarse como persona, como hijo de Dios.
Ante esto podemos preguntarnos: ¿En qué situaciones y para qué buscamos a Dios? Pues podemos caer en el sinsentido de buscarlo únicamente cuando el agua nos llega al cuello, para que de manera mágica resuelva nuestros problemas y dificultades sin nosotros aportar nuestro esfuerzo, nuestro trabajo para lograrlo.
¿Milagros? Claro que los hay. Si has dudado que Dios está contigo en medio de la prueba, déjate acariciar por la brisa, el sol, la lluvia… te aseguro que Dios tiene muchas formas de abrazarnos y acariciarnos para recordarnos que está con nosotros… Hasta ese escalofrió es un abrazo de Dios…
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Sor María del Pilar Méndez Gallegos H.C.
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