Últimamente me he estado fijando en las estrategias que la gente usa para transmitir su mensaje en Internet. Yo suelo tender a usar la palabra, algunas frases cortas para mantener la atención, pero de facil memorización. Sin embargo, me dicen que es más efectivo cuando se hace a través de algún recurso gráfico que transmita vívidamente el corazón del mensaje, por ejemplo, los ojos de un niño mirando a su madre. Se puede acompañar un comentario, pero que se base en la gráfica.
Si pudiéramos filmar una escena que captara el corazón del mensaje de Jesús, no nos equivocaríamos mucho al grabar lo que sucede durante la última cena con sus discípulos. En medio de la comida y la conversación alrededor de la mesa, Jesús se levanta de repente y se quita el manto. Pasando al centro de la habitación, se envuelve una gran toalla alrededor de su cintura, se arrodilla delante de una silla y comienza a verter agua en una palangana. Todos están confundidos hasta que se da la vuelta y les pide que se quiten las sandalias y se sienten en esa silla. Procede a lavarles los pies, vertiendo el agua sobre los dedos y los empeines y secándolos uno por uno. Nadie habla, tan sorprendidos están viendo al Maestro rebajándose y haciendo el trabajo sucio de un sirviente contratado. Es demasiado para Pedro, que se niega, porque no puede aceptar en un cambio de roles tan drástico. Jesús lo detiene en seco, amenazando con rechazarlo si no se sienta en la silla.
Este es el video de diez minutos que la Iglesia primitiva podría haber creado para transmitir «el corazón del mensaje». Es una imagen del Maestro que muestra lo que sabe que es su propósito fundamental: el servicio humilde y amoroso al prójimo, inclinarse y acariciar los pies para honrar la valía interior de cada uno.
En una carta de 1630 a santa Luisa, Vicente de Paúl aborda algo similar: «Un hermoso diamante vale más que una montaña de piedras, y un acto virtuoso de aquiescencia y sumisión es mejor que una abundancia de buenas obras hechas por otros».
En el relato de San Juan de esta Cena, no escuchamos a Jesús diciendo las familiares palabras eucarísticas, «este es mi Cuerpo y mi Sangre entregados y derramados por vosotros». Más bien, su gesto de abajarse para lavar los pies de otro resalta la importancia de esas palabras y proporciona una imahen de su significado más profundo: el amor por el otro, hecho carne en hechos concretos incluso de la más baja clase.
Volviendo a los mensajes de los medios de comunicación, el arte de producir uno efectivo consiste en crear esa imagen impresionante, esa imagen vívida y llamativa que se graba en la imaginación de la audiencia y permanece como un punto de referencia central. Durante siglos, esta imagen de Jesús, el Maestro, agachándose y limpiando la suciedad de los pies de sus discípulos, ha transmitido el núcleo de quién es, de qué se trata y qué pide a sus seguidores. Y para subrayar la lección, Jesús comenta: «Os he dado una imagen, un modelo de lo que yo y mi Padre celestial somos: el servicio amoroso de unos a otros. Como lo he hecho por ustedes, así también deben hacerlo el uno por el otro».
Al visualizarnos en esa habitación e imbuinos en la escena, nosotros también nos acercaremos al corazón del mensaje: una vida entregada y derramada en amor por cada uno de nosotros, y, consecuentemente, una orden de ir y hacer lo mismo.
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