Vivir la Pascua en casa como Iglesia Doméstica, alimentada de la oración y la Palabra de Dios

por | Abr 5, 2020 | Formación, Reflexiones | 0 comentarios

La Pascua está cada vez más cerca y desde hace unos días nos preguntamos ¿cómo la celebraremos? A la luz de la fe, podemos hacer de este momento de inquietud y dolor una oportunidad para profundizar y crecer.

Sobre todo, hace falta que entendamos que la pandemia producida por la enfermedad COVID-19 no es un castigo divino suscitado en este tiempo de Cuaresma, ante la que hay que ponerse en oración para que Dios interrumpa esta sanción. Visiones como esta son fruto de un modo inadecuado de mirar a Dios y su manera de intervenir en la humanidad. Como la ceniza recibida en el inicio de la Cuaresma, toda esta situación nos indica nuestra fragilidad humana, insuficiente y pequeña. Y a la vez, nos revela que solo en Jesús encontramos el camino, la verdad y la vida (Jn 14,6); él nos llama a vivir plenamente en la fraternidad, la caridad y la esperanza.

Por lo tanto, tras este tiempo cuaresmal celebraremos la Pascua, pero ciertamente habrá algo diferente: ante la imposibilidad de unirnos como asamblea en nuestras iglesias, rezaremos en nuestras casas por medio de las celebraciones transmitidas por televisión, redes sociales o la radio. Es necesario que estemos atentos para no ceder a una fe pasiva, que solo “mira” las celebraciones, sino que debemos encontrar un modo de participar, agradecidos por el esfuerzo creativo de tantos ministros de la Iglesia que buscan hacérsenos accesibles.

¡Sin embargo, debemos tener el valor de dar un paso más! Seamos capaces de expresar la vitalidad de nuestra fe también de otros modos. Además de todo lo dicho, esta ocasión nos ofrece una oportunidad para redescubrirnos como Iglesia Doméstica, “porque donde dos o más están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18,20). Reunidos como familia, estamos invitados a hacer nuestra oración, dedicando un tiempo a la lectura y meditación de los textos bíblicos que se proponen para este tiempo, buscando leerlos en nuestras propias Biblias, con dignidad y atención (Verbum Domini 85). Como familia reunida en oración a la luz de la Pascua, reforzamos nuestra fe y nos descubrimos como espacio de la presencia mística del Señor resucitado (Amoris Laetitia 317). Incluso, podemos recordar el rezo de la Liturgia de las Horas, que puede acompañarnos en la celebración de la Pascua o ser descubierto por aquellos que no lo conocen.

La vitalidad de una comunidad de oración no se mide por el número de personas reunidas. Con ser dos o tres, reunidos en nombre de Cristo, como Iglesia Doméstica, ya contamos con la presencia de Jesús en medio de nosotros, porque él es el Emmanuel, “Dios con nosotros” (Mt 1,23), que resucitando está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo (Mt 28,20).

Podemos acoger esta oportunidad para iluminar con la Palabra de Dios la dolorosa realidad mundial, y en ella ver el reflejo de la pasión, muerte y resurrección de Jesús en aquellos que ofrecen su vida en el mundo hoy: en la cruz de la enfermedad, en el servicio altruista y anónimo, en la responsabilidad por los otros, en la oración, en el cuidado de aquellos más frágiles.

E incluso cuando el dolor y la muerte visitan a tantas personas, celebremos en Cristo la vida que vence la muerte, porque él ha cargado nuestros sufrimientos (Is 53,4) y nos ha abierto el camino para una vida nueva:  sepultados con él en el bautismo, resucitados con él mediante la fe en el poder de Dios, que le ha resucitado de entre los muertos (Col 2,12).

Eliezer Okonosky, CM
Provincia de Curitiba

Fuente: https://cmglobal.org/

Etiquetas: coronavirus

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