Es Jesús quien transforma la vida
1Sam 16, 1. 6-7. 1013; Sal 22; Ef 5, 8-14; Jn 9, 1-41.
Este pasaje tradicionalmente conocido como “la curación del ciego de nacimiento” tiene, al menos, dos enseñanzas para nosotros.
En primer lugar, hemos de comprender que la enfermedad, ni en el tiempo de Jesús ni en el nuestro, tiene nada que ver con el pecado, de modo que cuando alguien yace enfermo es importante que se le trate médicamente: «… escupió en tierra, hizo barro con la saliva, puso el barro sobre los ojos del ciego (era un tratamiento médico de la época)», Jesús está preocupado por la salud, porque le interesa la vida, él transforma la vida de los hombres, vence al pecado tan arraigado en la mentalidad judía.
En segundo lugar hay que ver la actitud de los fariseos, acaban de presenciar algo inédito -un hermano ha sanado-, pero a ellos sólo les interesa que se ha roto una ley, no ven más allá porque a ellos no les interesa la vida, sino que las cosas permanezcan tal y como son.
Ante estas dos actitudes toca a cada uno de nosotros elegir el lado en el que queremos permanecer, el de la ley o el de la vida que Jesús tanto atesora y por el cual no tiene empacho en romper tradiciones que no curan ni vivifican.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Diác. Félix Armando González M. C.M.
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