Se dijo a los antiguos . . . pero yo les digo
Sir 15,16-21; Sal 118; 1 Cor 2, 6-10; Mt 5, 17-37.
Ir más allá de la ley y la costumbre… a la perfección del amor que no conoce límites. La gente sigue siendo religiosa a pesar del secularismo. Basta observar cómo se siguen pidiendo bautismos, quince años, bodas y funerales. La fuerza de la costumbre es grande y los convencionalismos sociales se imponen.
Sin embargo hay que admitir que estas celebraciones no son muchas veces un encuentro sincero con Dios. Muchas de ellas quedan reducidas a un evento social, algo impuesto por la costumbre o algo que se hace sin entender su significado y su valor y, por lo tanto, no lleva a un compromiso o cambio de vida en las personas. ¿Quizá nosotros, los ministros, también contribuimos a que así sea?
Sucede también que, cuando una comunidad cristiana busca que las celebraciones sean medios de evangelización y encuentro con Dios, o cuando se busca que la Eucaristía sea un momento más vivo y participativo, que toque el interior de las personas, no falta quien se moleste porque no se está haciendo como siempre o porque dura mucho tiempo. ¿Qué sentido tienen para nosotros las celebraciones y los sacramentos?.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
P. Benjamín Romo cm
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