Dejan el mandato de Dios para mantener la tradición
1Re 8,22-23.27-30; Sal 83; Mc 7, 1-13.
Los fariseos, fieles cumplidores de la ley, están indignados al ver a los discípulos de Jesús comer sin haberse lavado las manos. El ataque es también contra Jesús, que va creando esa atmosfera de libertad en donde lo decisivo es el amor. No entienden la Buena Noticia que Jesús les está anunciando, en su corazón no reina Dios sino la ley. Ellos no piensan en el bien de las personas, se han obsesionado por aparecer cumplidores.
Seguramente recordamos aquel canto: “¡Su nombre es el Señor y pasa hambre…, y muchos que lo ven pasan de largo, a veces por llegar temprano al templo!”. Ir al templo, orar, escuchar la Palabra de Dios, el encuentro con la comunidad; todo esto es importante, sin embargo el amor a Dios va más allá, hasta hacerse pan, medicinas, ropa, educación, a quien no lo tiene.
Decía san Vicente de Paúl: Amemos a Dios hermanos, pero que sea con el esfuerzo de nuestros brazos y con el sudor de nuestra frente. Jesús vino a centrarnos en lo esencial: Ámense unos a otros como yo los he amado. Esto es lo decisivo en la vida. Como bien diría san Juan de la Cruz: Al atardecer de la vida te examinarán en el amor. Amar como Jesús va a justificar nuestra existencia.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
P. Benjamín Romo cm
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