“Vieron al niño y, postrándose, lo adoraron”
Is 60, 1-6; Sal 71; Ef 3, 2-6; Mt 2, 1-12.
La luz de la Navidad no es sólo para un grupo, o para un pueblo. La luz de la Navidad es para todos los hombres, de todos los tiempos. Porque Jesucristo no vino sólo a fundar una nueva religión, un rito distinto o una novedosa doctrina. Jesucristo vino a revelarle al hombre su verdadera naturaleza y su auténtico destino. Quiere llevar al hombre a su origen, a su raíz, y, desde ahí, proyectarlo a su máximo potencial, a su vocación completa.
Los magos deoriente son personajes extraordinarios; ellos buscan la raíz de las cosas y los límites del universo. Preguntan por el rey de los Judíos pensando, tal vez, encontrarlo en un palacio cuajado de lujos y riquezas, rodeado de siervos que van y vienen apurados en atenderlo. Y en la gruta de Belén caen rendidos ante la humildad del niño que tienen delante.
Los Magos de Oriente representan a los hombres de todos los tiempos y lugares que buscan con sinceridad algo, Alguien que dé consistencia a la vida y a las cosas, que muestre caminos en medio del desierto hacia la luz, hacia la plenitud. Y en Jesús encuentran todaslasrespuestas. Yenéllasencontraremos tú y yo.
Bendigamos a Dios por la inocencia de los niños.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
P. Silviano Calderón cm
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