Al acercarnos a la fiesta de la Navidad, nuestros pensamientos se centran en una noche que cambió el mundo, en Belén, hace más de 2000 años. Mientras me preparo para esta fiesta, no puedo dejar de imaginar las similitudes de esa noche con la experiencia de una familia sin hogar hoy día. La historia de la Sagrada Familia es como la historia de muchas familias pobres sin hogar que buscarán refugio en todo el mundo esta noche de Navidad. Esta historia de Navidad ilustra los desafíos para las mujeres que experimentan la falta de hogar.

María recorrió un largo camino hasta Belén en su noveno mes de embarazo.  Cuando no se pudo encontrar alojamiento apropiado, ella y José se refugiaron en un establo. Allí dio a luz a Jesús. Si nos centramos en la experiencia de la Sagrada Familia, vemos algunos de los problemas únicos que enfrentan las mujeres y sus hijos, además de la incertidumbre, la lucha y el estigma que enfrenta toda la comunidad de personas sin hogar.

«UN Habitat» dice que se estima que más de 150 millones de personas están sin hogar en todo el mundo. Se estima que las mujeres constituyen entre el 25% y el 35% de las personas sin hogar. Los niños constituyen otro 30%. Las estadísticas proyectan que las mujeres y las familias son el segmento de más rápido crecimiento de la población sin hogar.

El difícil viaje de María, al final de su embarazo, no sería aprobado por ningún profesional médico. Se arriesgó a lesionarse a sí misma y a su hijo cuando se vio obligada a viajar a Belén en un burro. Dar a luz en un establo que carecía de agua potable o de condiciones sanitarias es a menudo el caso de las personas que viven en barrios marginales, refugios temporales o en la calle.  Esto pone de relieve la necesidad de atención de la salud materna. Esta atención es cara y poco accesible para las madres sin hogar. Cuando está disponible, el temor de perder a su hijo ante los organismos de protección suele ser igual al temor de perder a su hijo enfermo o a los secuestradores. Incluso si una mujer no está embarazada, debe manejar la menstruación sin acceso a las necesidades sanitarias.

El riesgo de violencia es mayor para las mujeres que no tienen hogar; es irónico, porque la violencia doméstica y los disturbios civiles son dos factores que impulsan a las mujeres a quedarse sin hogar. Al contrario que María, que tuvo a José como compañero y protección, se estima que el 85% de las familias sin hogar están encabezadas por mujeres solteras.

La falta de vivienda es aún más compleja cuando hay niños que forman parte de la unidad familiar. El cuidado de los niños afecta tanto a las soluciones necesarias como a la capacidad de obtener ingresos para el alquiler. La desigualdad de género en el trabajo hace que sea más difícil escapar de la falta de hogar y que esto se combine con el hecho de que las mujeres sin hogar tienen más probabilidades de carecer de educación y habilidades laborales. Estamos aprendiendo que, con la migración forzada relacionada con el clima, las mujeres soportan la carga del desplazamiento con responsabilidades de cuidado de niños y ancianos y a menudo carecen de las habilidades necesarias para que puedan utilizarlas en un nuevo entorno.

Para las familias sin hogar del siglo XXI y para la Sagrada Familia, el himno «Noche de Paz» no se ajustaría a su experiencia. Una calle de la ciudad, un refugio temporal, el bosque, un automóvil o un establo con animales ofrece un refugio limitado y ciertamente no hay calma, ni brillo, ni silencio, poco sueño y nada de paz.

La Familia Vicenciana está comprometida a cambiar esta realidad, poniendo fin a la falta de vivienda en todo el mundo.  Únanse a nosotros con sus oraciones y aprendiendo más sobre el Equipo de Trabajo para Acabar con la falta de hogar en las Naciones Unidas.

Bendiciones de Navidad.