Pido a todos mucha atención para la siguiente frase: «Dar solamente aquello que te sobra nunca fue compartir, sino dar limosna». Este texto pertenece a la canción «Corazón Partío», que ha hecho famoso al cantante español Alejandro Sanz en todo el mundo. Es increíble cómo, en una canción romántica y secular (es decir, no religiosa) podemos encontrar mensajes de cuño cristiano y, en este caso, un mensaje eminentemente vicentino.
Compartir es distribuir, repartir. Jesús, en el milagro de la multiplicación de los panes y los peces[1] compartió la comida entre todos. Cuando donamos a los pobres ropas y utensilios viejos, algunos incluso rotos, no estamos compartiendo nada, sino que estamos deshaciéndonos de lo que nos sobra, lo que ya no tiene importancia para nosotros. Hay una enorme diferencia entre limosna, reparto y donación. Nosotros, vicentinos, tenemos mucho que enseñar sobre estos conceptos, especialmente junto a los benefactores y donantes.
Sin embargo, ese trabajo de concientización ha de hacerse de manera educada y cortés, pues puede ser mal interpretado. ¿Cómo decir a quién va a donar que tal donación es inútil? Por ejemplo: no se debe donar ropa interior, calcetines, etc, pues no pueden ser utilizados por otras personas. Las Conferencias vicentinas reciben en ocasiones bastante cantidad de ese tipo de ropa. ¿Qué hacer? ¿Cómo educar a quien está haciendo caridad con sana intención?
Junto a la donación de bienes materiales, debe darse el acto de compartir los bienes espirituales. Anunciar la buena nueva de Jesús a los pobres es nuestra misión. Los efectos de este anuncio son varios, pero el principal de ellos es, mediante nuestra palabra u obra, transformar la vida de las personas asistidas para mejor.
El documento de Aparecida nos alerta: «También lo encontramos de un modo especial en los pobres, afligidos y enfermos[2], que reclaman nuestro compromiso y nos dan testimonio de fe, paciencia en el sufrimiento y constante lucha para seguir viviendo. ¡Cuántas veces los pobres y los que sufren realmente nos evangelizan! En el reconocimiento de esta presencia y cercanía, y en la defensa de los derechos de los excluidos se juega la fidelidad de la Iglesia a Jesucristo»[3].
Sigue este texto diciéndonos: «El encuentro con Jesucristo en los pobres es una dimensión constitutiva de nuestra fe en Jesucristo. De la contemplación de su rostro sufriente en ellos y del encuentro con Él en los afligidos y marginados, cuya inmensa dignidad Él mismo nos revela, surge nuestra opción por ellos. La misma adhesión a Jesucristo es la que nos hace amigos de los pobres y solidarios con su destino»[4].
Por lo tanto, ser vicentino no es tan solo compartir bienes materiales, sino, sobre todo, ser un evangelizador nato y actuar en la dimensión espiritual. Trabajar en la obra evangelizadora es participar en la obra de la salvación de la humanidad, que no es una obra humana, sino divina. Ser vicentino es, en primer lugar, un don de Dios. ¡Qué grande es esto! ¡Cuán bendecidos hemos sido!
Hacemos muy poco, decía san Francisco de Asís. ¡Debemos saber hacer mucho con poco! Todos estamos invitados a actuar en la defensa de los más humildes y en la obra de la evangelización. «Evangelización rima con donación», nos enseñó el cardenal Orani Tempesta[5], arzobispo de Río de Janeiro. Por tanto, la generosidad de nuestras donaciones también evangeliza; el testimonio de nuestros gestos de caridad también evangeliza; y la Palabra que dejamos en las casas de las familias asistidas también evangeliza. Pero solo podemos compartir estos dones si estamos en perfecta unidad con Cristo; si no, el trabajo vicentino se reducirá a un mero activismo social.
Una pregunta para el debate en la Conferencia: ¿qué es más fácil compartir, los bienes materiales o los espirituales?
Notas:
[1] Mt 14, 13-21.
[2] Cf. Mt 25, 37-40.
[3] V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento conclusivo, nº 257.
[4] Id.
[5] Mons. Orani João Tempesta, arzobispo metropolitano de São Sebastião do Rio de Janeiro. Campaña para la evangelización, 2013.
Renato Lima de Oliveira
16º Presidente General de la Sociedad de San Vicente de Paúl
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