Richard Sack se toma en serio la invitación del Evangelio de servir a los demás. Por eso, es voluntario en prisiones, en su iglesia y en otros lugares de la comunidad de Leavenworth, donde reside.
Sin darse cuenta, con sus buenas obras y sus actos de caridad, Richard ejemplifica el espíritu del santo del siglo XVII al que las Hermanas de la Caridad de Leavenworth remontan sus raíces. Por ello, la comunidad religiosa ha entregado a Richard el primer Premio del Carisma Vicenciano, que lleva el nombre de san Vicente de Paúl.
La Hermana Constance Phelps, Directora de la Comunidad de las Hermanas de la Caridad de Leavenworth, reconoció el servicio de Richard durante una ceremonia en el Día de los Fundadores, el 11 de noviembre, en la Casa Madre. Llamándole una pèrsona merecedora del premio, dijo: «Al igual que Vicente, Richard se acerca a los que son vulnerables y están al margen de la sociedad. Ve sus necesidades, responde a ellas y compromete a otros a trabajar con ellos».
Entre los ejemplos de las buenas obras de Richard, la Hermana Constance citó su servicio voluntario tanto en la Penitenciaría de los Estados Unidos, Leavenworth, como en la Correccional de Lansing. El lunes es su día de prisión.
Hace varios años, Richard animaba a su iglesia a involucrarse en el servicio a los reclusos. Cuando un capellán de la prisión habló con la congregación sobre un programa para ayudar a los prisioneros a cambiar su forma de pensar y a hacerse cargo de sus vidas, Richard sintió como si Dios le hubiera dado una palmadita en la nuca y le dijera: «esta es la oportunidad de voluntariado que has estado esperando; ve por ella».
Admite haber estado nervioso al principio pero, 14 años después, Richard continúa sirviendo como guía espiritual en la penitenciaría federal. Tiende a acercarse a los presos que nadie más quiere. Él ha llegado a creer que con apoyo, la gente puede cambiarse a sí misma para mejor.
Los lunes por la tarde, él y su esposa Erin facilitan un grupo de autoayuda en la sección de máxima seguridad del centro de Lansing. Aquí también, Richard cree que ser alguien de afuera que se preocupa bien vale la posibilidad de marcar una diferencia en la vida y dirección de alguien.
Con su fe cristiana —tan fundamental para su vida y sus acciones— Richard ha sido un miembro muy activo de la Primera Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) de Leavenworth, desde 1969. Es un anciano. Ha sido presidente del departamento de alabanza, enseñó en la escuela dominical y en la escuela bíblica de vacaciones, y está en el coro y en el coro de campanas. Ha sido consejero en el campamento de la iglesia, ha trabajado con jóvenes y ha participado en el grupo de hombres de la comunidad. Este verano, el grupo de hombres recaudó 12.000 dólares estacionando autos en la feria del condado y las ganancias se destinaron a 12 organizaciones caritativas en Leavenworth.
Richard creció en pequeños pueblos del centro de Kansas, donde fue testigo de las buenas obras de sus padres. Recuerda que su madre alimentaba a vagabundos que viajaban por el estado. «No teníamos mucho dinero, pero mis padres lo tenían para los demás —añade—. Supongo que ahí es donde empecé».
Conoció a su esposa Erin cuando ambos eran estudiantes de la Universidad Estatal de Emporia. Richard impartió clases de artes industriales en escuelas secundarias de pueblos pequeños antes de que él y Erin se mudaran a Leavenworth, su ciudad natal, en 1968. Continuó enseñando en Leavenworth High School (siete años) y en Pleasant Ridge High School, Easton (23 años). También construyó cubiertas y casas, y realizó también otros trabajos de construcción.
Linda Martin, una amiga de la familia que trabaja en la Comunidad Interreligiosa de Leavenworth, sabía de sus talentos. Ella le preguntó, y Richard aceptó ser voluntario como gerente de proyecto para la construcción interior del nuevo edificio de la agencia. Durante un período de nueve meses, estuvo un promedio de cinco días a la semana dirigiendo grupos de trabajo que también ofrecían su tiempo como voluntarios. Le gustaba enseñar a otros cómo hacer las cosas para completar el proyecto. Continúa ayudando cuando se le pide que haga reparaciones y retoques en las instalaciones.
Linda, una Asociada de las Hermanas de la Caridad de Leavenworth, nominó a Richard para el Premio Carisma Vicenciano. Ella dice del homenajeado: «Vive la vida de su humilde siervo, encarnando sin saberlo el carisma vicenciano, y el mundo es un lugar mejor por ello».
El otro trabajo voluntario de Richard consiste en ayudar a las personas que son ancianas o que no pueden pagar las reparaciones. Puede construir una rampa en la casa de alguien o completar un pequeño trabajo de reparación.
Lo hace porque puede y porque cree en el mensaje evangélico de amar a Dios y a tu prójimo como a ti mismo. Es tan simple como eso y tan amplio como todo. Richard añade: «Todo lo demás son sólo cosas».
Como escribió Linda al nominar a Richard para el premio: «Es su manera de seguir adelante, de seguir enseñando y de seguir compartiendo el amor de Jesús cuando y donde pueda. Es lo que hace y lo que es».
Therese Horvat
Directora de Comunicación
Hermanas de la Caridad de Leavenworth
12 de noviembre de2019
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