Kevin Ryan es el Presidente y CEO de Covenant House International. Este año, la Universidad de St. John lo trae a nuestro campus en cuatro ocasiones, como titular de la Cátedra Vicenciana de Justicia Social. Algo técnicamente, aunque con precisión, Covenant House ha sido descrita como «la agencia privada más grande de las Américas que proporciona refugio, alimentos, atención inmediata en caso de crisis y una serie de otros servicios a jóvenes sin hogar y que han huido de sus hogares». Una descripción más personal de Covenant House captaría mucho más de la condición humana y el amor de nuestros hijos. Desde el principio, este ministerio ha tenido raíces católicas. Nuestra Hermana, Mary Rose Mc Geady, HC sirvió como Presidenta de esta institución durante 13 años y la devolvió a la vida en un mal momento de su historia. El trabajo de Covenant House sigue demostrando el espíritu vicenciano.
El tema central de las presentaciones del Sr. Ryan en St. John’s es «De la falta de hogar a la esperanza». Su primera conferencia señaló muchos puntos importantes, pero uno se mantuvo en mi mente en estas semanas. Muchas de sus historias reflejaban su propia educación católica y el amor de sus padres. Habló de cómo su madre siempre lo sostuvo. Una vez, por ejemplo, cuando quería unirse a un coro, su madre le dijo que podía cantar bien. Esto no era exactamente cierto, pero ella siempre se esforzaba por aumentar la confianza en sí mismo y su sentido de autoestima.
Kevin usó esta historia como punto de partida cuando habló de la experiencia inversa de muchos de los jóvenes que llegan a Covenant House. A menudo, los padres y otras figuras de autoridad les decían que no valían nada y que no tenían futuro. A veces, estos jóvenes comenzaron a creer en esta caracterización y la vivieron. Tomaron malas decisiones y se involucraron con la gente equivocada. Hicieron realidad las duras palabras de aquellos que deberían haber sido sus apoyos y guías. Covenant House se esfuerza por sacar a estos hermanos y hermanas de las calles, para ayudarles a alejarse de los conocidos peligrosos y de las sustancias nocivas, y a comenzar sus vidas de una manera nueva a través de la educación. El elemento maravilloso que aporta a la experiencia de estos jóvenes es el estímulo y, en una palabra, la esperanza.
Se necesita poca imaginación para notar la forma en que Covenant House lleva a cabo un ministerio que habría estado cerca de los corazones de Vicente y Luisa. Ambos reconocieron el enorme potencial de los jóvenes y su necesidad de estructura, educación y formación. En agosto de 1641, por ejemplo, Vicente dijo: «Vosotras (dirigiéndose a las Hijas de la Caridad) os habéis entregado a Dios para el servicio de los enfermos pobres y la instrucción de los jóvenes, especialmente en las zonas rurales».
Contar historias de la forma en que Vicente y Luisa trataron a los niños abandonados, a las niñas pobres y a las «pequeñas escuelas» nos viene fácil y calurosamente a la mente.
Servir en una Universidad Católica y Vicenciana me ofrece muchas oportunidades para afirmar y apoyar a nuestros hermanos y hermanas jóvenes. Kevin Ryan me recordó la importancia de ese ministerio. La ocasión puede surgir de manera diferente en la vida de cada uno de nosotros, pero no con menos fuerza. Levantemos a nuestros jóvenes, nuestro futuro.
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