El 5 de octubre, el Santuario de Fátima acogió a las diversas ramas de la Familia Vicenciana presentes en Portugal: la Congregación de la Misión, las Hijas de la Caridad, la Asociación Internacional de la Caridad, la Juventud Mariana Vicenciana, la Asociación de la Medalla Milagrosa, la Sociedad de San Vicente de Paúl y los Colaboradores de la Misión Vicenciana. La Familia Vicenciana, que reúne en todo el mundo a más de 150 ramas diferentes, está compuesta por asociaciones, movimientos, institutos y congregaciones que siguen el carisma transmitido por san Vicente de Paúl.

La jornada comenzó por la mañana en el auditorio del Centro de Pastoral Pablo VI, con una conferencia del hermano José Nunes, op, titulada «La misión en un mundo descristianizado». El fraile dominico comenzó haciendo un retrato de la experiencia de fe en Europa, donde la cultura estuvo marcada por el cristianismo, pero que ahora está muy secularizada. Remontándose algunos siglos, destacó la respuesta de la Iglesia al humanismo, al progreso científico y a los «maestros de la sospecha» [expresión utilizada para referirse a Marx, Nietzsche y Freud, n. del T.], mientras afrontaba una pérdida de poder e influencia. Por otra parte, presentó los diversos «mundos» en los que debe incidir la tarea evangelizadora de la Iglesia: la misión ad gentes (allá donde Cristo y su Evangelio no son conocidos); en segundo lugar, las comunidades cristianas, donde la Iglesia ejerce su actividad pastoral y de acompañamiento; por último, la tarea evangelizadora debe llegar también a las comunidades de raíces cristianas, pero donde los miembros no se consideran parte de la Iglesia porque han perdido el sentido vivo de la fe. Por último, el hno. José Nunes compartió con los presentes que la modernidad y el mito del progreso no han traído la felicidad anunciada y, por lo tanto, seguimos teniendo una gran oportunidad para el anuncio del Evangelio. Esta proclamación debe pasar por la cercanía y el diálogo y debe incluir el diálogo con la cultura, con otras religiones y un fuerte interés social y transformador por la realidad.

Después de un momento musical, a cargo del Coro Vicenciano de Chaves, siguió la segunda conferencia de mano de José Alves, CM, sobre «Los desafíos actuales de la evangelización y la inspiración de san Vicente de Paúl». El Provincial de los Misioneros Paúles comenzó su presentación partiendo de san Vicente de Paúl —el hombre y el contexto— y desde allí exploró el camino trazado por el santo patrón de todas las obras de caridad como un camino que sigue siendo un modelo para todos aquellos que viven la espiritualidad vicenciana hoy. En primer lugar señaló que la oración es el motor de la misión evangelizadora. De hecho, hoy como ayer, nadie puede hablar de Dios a menos que pase por una auténtica experiencia de Dios. Esto sólo se puede hacer en la oración, en el silencio del corazón, en la mirada atenta e interpeladora de todo lo que nos rodea con la mirada de Dios. En segundo lugar, subrayó la universalidad de la caridad (tradicionalmente ligada a una élite) y la cercanía como regla esencial para la evangelización. Otra regla para la misión tener audacia, coraje, imaginación y creatividad. José Alves señaló, por ejemplo, el papel que san Vicente de Paúl atribuye a la mujer, innovador en su tiempo, así como el compromiso con el trabajo de los laicos. Finalmente, partiendo también de san Vicente de Paúl, animó a los vicencianos a trabajar en la observación, como fuente de aprendizaje y no de repetición. Concluyó diciendo que hoy, como en el siglo XVII, el encuentro personal con Cristo es absolutamente indispensable para la Misión. El sacerdote, el catequista, el visitador de enfermos, el animador del grupo de jóvenes, si no tiene esta experiencia, termina reduciendo su acción a una especie de «ocupación del tiempo libre». La misión sólo tiene éxito con hombres y mujeres de oración, contemplativos, escrutadores del Misterio de Dios en sí mismos, en los hombres y en el mundo.

La mañana terminó con la presentación de la canción «Todos somos misión en esta tierra» (ganadora del Festival de la Canción de JMV y representante de la Diócesis de Viseu en el Festival Nacional de la Canción con Mensaje), cantada por el grupo de JMV de Orgens (Viseu) y con la actuación final del Coro Vicenciano de Chaves, vestidos para la ocasión con algunos trajes tradicionales de origen transmontano.

La tarde comenzó con la celebración de la Eucaristía en la Capilla de la Muerte de Jesús, presidida por Mons. Augusto César, Obispo Emérito de la Diócesis de Portalegre – Castelo Branco, y animada por el coro de las parroquias vicentinas de Felgueiras, coordinado por el padre Albertino Gonçalves, cm. En su homilía, el obispo destacó el trabajo realizado por la Familia Vicenciana y animó a los vicencianos a profundizar su misión evangelizadora.

Después de la Eucaristía, la Familia Vicenciana elevó sus ojos a la Madre del Cielo y se dirigió a la Capilla de las Apariciones para rezar el Rosario, presidido por el padre Álvaro Cunha, cm, y animado por JMV Cucujães (Oliveira de Azeméis). A petición del papa Francisco, rezaron para que el soplo del Espíritu Santo despierte en la Iglesia una nueva primavera misionera. Al final de la tarde, antes del envío, la Familia Vicenciana, aún reunida en la Capilla de las Apariciones, rezó la oración propuesta por el papa Francisco para el Año Misionero Extraordinario y pidió la intercesión de Nuestra Señora del Rosario de Fátima al Padre, para que nos conceda la gracia de ser testigos del Evangelio, valientes y vigilantes, a fin de que la misión confiada a la Iglesia pueda encontrar nuevas y eficaces expresiones que traigan vida y luz al mundo.

Consejo Nacional de la Familia Vicenciana.