“Echado a la puerta del rico había un pobre…”
Am 6, 1. 4-7; Sal 145; 1 Tim 6, 11-16; Lc 16, 19-31.
El amor que Dios tiene por los pobres, le lleva a llamar a hombres y mujeres de todo tiempo y lugar para convertirlos en sus mensajeros. Entre los motivos para perseverar en la vocación al servicio a los pobres, San Vicente dice a los misioneros:
“En esta vocación vivimos de modo muy conforme a nuestro Señor Jesucristo que, al parecer, cuando vino a este mundo, escogió como principal tarea la de asistir y cuidar a los pobres. Misitme evangelizare pauperibus (meenvióaevangelizaralospobres), ysiselepreguntaanuestro Señor:
« ¿Qué es lo que has venido a hacer en la tierra?» –«A asistir a los pobres» –«¿A algo más?». –«A asistir a los pobres», etc. En su compañía no tenía más que a pobres y se detenía poco en las ciudades, conversando casi siempre con los aldeanos, e instruyéndolos. ¿No nos sentiremos felices nosotros por estar en la Misión con el mismo fin que comprometió a Dios a hacerse hombre? Y si se le preguntase a un misionero, ¿no sería para él un gran honor decir como nuestro Señor: Misit me evangelizare pauperibus? Yo estoy aquí para catequizar, instruir, confesar, asistir a los pobres”. SVP, XI, 33.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Jesús Plascencia Casillas C.M.
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