Desde hace más de 80 años, los misioneros de la Congregación de la Misión están presentes en las comunidades de la Moskitia hondureña, poblada mayoritariamente por indígenas  (miskitos, tahuascas, pechs). Es una misión exigente, por la gran extensión del territorio y las condiciones geográficas, así como por el escaso número de los misioneros presentes.

Ha sido una gracia poder conocer esta misión, el arduo trabajo que han realizado los misioneros que lo dieron todo por anunciar el Evangelio en esta región, y el espíritu admirable de quienes siguen haciéndose presentes. El contacto con cada comunidad es escaso, por las distancias. En muchas de ellas no pueden celebrar la Eucaristía más de tres o cuatro veces al año, pero en cada visita se procura animar la comunidad, de manera particular a los agentes de pastoral que mantienen viva la labor evangelizadora. Son comunidades con un sentido de fe profundo, lo que alienta las fuerzas de los misioneros para salir en cada gira de visitas y alimentar esa fe, que se expresa en la vivencia de los sacramentos, el deseo de escuchar la Palabra de Dios y la disponibilidad de participar acompañar en cada uno de los encuentros y actividades. Si bien no todo es perfecto y en algunas ocasiones se presentan grandes pruebas, de todo tipo —por cuestiones climáticas, las distancias, la falta de agentes de pastoral comprometidos, o problemas de salud—, la Moskitia es una misión que vale la pena vivir. Agradezco a Dios y a la Congregación de la Misión por permitir que experimente tan cerca el carisma al que quiero entregar mi vida, a ejemplo de san Vicente de Paúl. En experiencias como esta adquiere valor lo que aprendemos en el seminario. Dios siga animando a muchos por la misión.

Diego Andrés Triviño Forero
(seminarista colombiano, realizando su año de experiencia pastoral)