«Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista»
1Tes 3, 7-13; Sal 89; Mc 6, 17-29.
Bajo este capricho de una joven que ni siquiera sabía qué pedir, termina la vida de Juan el Bautista. El evangelio ofrece muchos detalles del porqué termina su vida como mártir: esencialmente por denunciar el pecado de Herodes.
Pudo haber callado, pudo hacer como que no veía nada, puedo haber sido su amigo, complacerlo con palabras que lo celebraran… Pudo escoger tantas rutas, pero siguió una, la que le indicaba la ley de Dios: A Herodes (rey de los judíos) no le era permitido tener como esposa a la mujer de su hermano. Con su palabra arañó el poder del rey. Y lo pagó con su vida.
Parece que ganó la cobardía de Herodes o el despecho de la mujer de su hermano, o la insensatez de aquella joven que bailó aquella noche. Pero no, la victoria es de Juan, que supo ser fiel hasta el último instante a la misión recibida. ¿Tendremos el coraje para ser fieles a la misión que hemos recibido en nuestro bautismo? ¿Tendremos la valentía de anunciar todo aquello que se opone a la justicia y a la dignidad de los hombres y mujeres?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Emmanuel Velázquez Mireles, C.M.
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