«Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?»
Jue 6, 11-24; Sal 84; Mt 19, 23-30.
Las palabras de Pedro, al mismo tiempo que hablan de generosidad, expresan también cierto interés. Quizá calcula el tamaño de su sacrificio en proporción a lo que espera recibir.
Esta expresión de Pedro que recoge el evangelio nos sirve de espejo, donde podamos mirar nuestra entrega más o menos generosa. ¿Qué perseguimos en la vida, a qué hemos renunciado para alcanzar la vida eterna?
Podemos perder de vista lo esencial: pensar que lo importante es lo mucho que soltamos, todo aquellos a lo que dijimos no.
Lo verdaderamente esencial es el seguimiento de Jesucristo. Lo que se deja atrás es justo lo que impide seguirle, y no sólo cosas materiales, artículos costosos y un estilo de vida consumista; también ciertas actitudes, apetencias y relaciones personales. Todo lo que nos corta el camino de compasión y entrega, todo lo que nos impide vernos y tratarnos como hermanos.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Emmanuel Velázquez Mireles, C.M.
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