Aprovechando su visita a Roma en 2018, la periodista Elena Grazini tuvo la oportunidad de hacerle algunas preguntas al padre Pedro Opeka, misionero de la Congregación de la Misión en Madagascar:

1- Padre Pedro, ¿qué significa vivir hoy en Akamasoa? ¿Cuántas personas y familias viven en Akamasoa?

Vivir en Akamasoa significa emprender un viaje para recuperar la dignidad. Significa ponerse de pie y convertirse en una persona responsable y respetada. También significa comenzar una nueva vida basada en el trabajo, la educación y la disciplina. Además, vivir en Akamasoa significa aceptar vivir en la Verdad y abrazar la lucha diaria por la justicia. Vivir en Akamasoa es, en primer lugar, acción, no palabras. Aquí nunca disimulamos la verdad, tratamos de ser francos cuando enfrentamos problemas y no soslayamos los problemas; y esto es sinceridad.

En la actualidad, hay 25.000 personas que se están beneficiando de nuestro proyecto social. Además, cada año, 30.000 personas pobres vienen a Akamasoa en busca de ayuda específica: alimentos, medicinas y ropa.

2- ¿Cuáles son las dificultades y desafíos con los que se encuentra en su servicio cotidiano a los pobres?

Los desafíos cotidianos tienen que ver principalmente con la verdad misma, porque una persona pobre de las calles tiende a fabricar mentiras para seducirte, ya que siente que necesita mentir para interesarte en ayudarle. Otra dificultad es que una persona pobre tiende a no cumplir su palabra; él dice «sí» sin comprometerse a largo plazo. Otra dificultad es el robo. Una persona pobre, porque no tiene nada, cree que tiene derecho a robar. Otra dificultad que tenemos es que, dado que los pobres a los estamos ayudando viven una vida tan frágil, a menudo no comprenden la responsabilidad que tienen hacia sus familias.

En Akamasoa, a lo largo de estos 29 años, hemos sido testigos de cambios en las personas, pero solo a largo plazo; y después de 29 años de esfuerzos, muchas personas aún necesitan cambiar. Otra dificultad es encontrar suficientes alimentos y útiles escolares para los 14.000 niños pobres, para que puedan asistir a la escuela. Una dificultad más que enfrentamos es crear empleos para cada familia, para ayudarlos a sobrevivir.

Estas dificultades son desafíos que hemos estado adoptando en estos 29 años y todavía estamos solucionando con y entre la gente pobre.

3- En su vida como misionero, ha conocido a miles de personas… Sé que puede ser muy difícil elegir, entre mucha gente, una sola persona; pero, ¿hay algún recuerdo o imagen de un encuentro con una persona que nunca olvidarás y que siempre permanecerá contigo?

Tengo muchos recuerdos de personas con las que me he encontrado. Una vez aceptamos en Akamasoa a más de 80 familias y cada familia tenía cinco o seis hijos. Dimos la bienvenida a estas familias con la mayor serenidad y espontaneidad. Pensé para mis adentros: «Estas familias están aquí; tenemos que hacerles lugar». Hicimos esto sin entrar en pánico, sin presión. Y esta experiencia se convirtió luego en una fuente de fortaleza para mí.

También tengo en mente imágenes de niños en el basurero, que eran como ángeles buscando cosas en el basurero. Esta imagen de niños en el basurero, bella como los ángeles, nunca saldrá de mi mente.

Además, otro querido recuerdo que aprecio es cuando celebramos el 25 aniversario de Akamasoa: la alegría sin límites de 30.000 personas, orgullosas de sus obras, orgullosas de mantener la cabeza alta frente a los representantes del gobierno y los diplomáticos; mostrando con orgullo su alegría de vivir. La comunión que tuvimos ese día con los padres y los hijos; este es otro recuerdo que se quedará conmigo para siempre.

También tenemos recuerdos de momentos tristes relacionados con la muerte de niños y madres jóvenes que fallecieron debido a la falta de medicamentos adecuados.

4- ¿Qué palabras o frases usaría para describir Akamasoa a aquellas personas que nunca han visto u oído hablar de Akamasoa?

Alegría, hermandad, trabajo, lucha y, lo más importante, felicidad para nuestros hijos, porque en Akamasoa tenemos niños que solían vivir una vida inhumana en el vertedero y ahora son niños de verdad.

Por supuesto, no dejaré de mencionar la misa dominical, que es una verdadera celebración para todas las personas donde todos participan: todos rezamos, bailamos, cantamos en comunión, es una expresión de gratitud a Dios por todas las personas de buena voluntad que nos han ayudado.

5- Padre Pedro, ¿cuál es para usted la mejor manera de ayudar a los pobres, las personas necesitadas en las diferentes áreas: espiritual, emocional, física, material?

La mejor manera de ayudar a los pobres es respetarlos, presentarse ante ellos como iguales, sin máscaras, privilegios, sin otra autoridad que el amor y el respeto. Y el amor te ayudará a perseverar a pesar de las decepciones, los fracasos y la falta de honestidad que tenemos que enfrentar casi todos los días. Puedo decir que no hay una fórmula mágica para ayudar a los pobres. En cada país, cultura y civilización, siempre habrá diferentes gestos, diferentes enfoques, pero todos deben ser dictados por el amor. Además, cuando nos mueve el amor, podemos saber que elegimos el camino correcto. Y lo más importante es elegir el camino correcto; cada vida se construye paso a paso y día a día.

Todo esfuerzo para ayudar y todo movimiento de solidaridad debe existir solo para dar coraje a las personas y para darles la voluntad de continuar a pesar de las dificultades. Esto no se aprende en ninguna guía humanitaria. Esto es algo que aprendemos de nuestros corazones, donde reside el amor y la fuerza del espíritu. Una persona tiene una identidad física, emocional y espiritual; no se puede dividir esa identidad entre estas partes diferentes, la identidad debe considerarse como un todo: una persona. Al ayudar a una persona a salir de la pobreza extrema, también tenemos que ayudar a esa persona a ser responsable y a ser feliz con sus hermanos y hermanas, y comprender que el espíritu es lo que hace a una persona: el espíritu también necesita la fuerza y ​​la gracia de Dios.